Al reactor del Centro Nuclear Óscar Miró Quesada de la Guerra, Racso, llega el polvo químico en cápsulas de aluminio, que se bombardean con neutrones, convirtiéndose en material radioactivo.
Este material, debidamente sellado, ingresa por una compuerta a la planta de producción de radiofármacos y radioisótopos. Los especialistas de la planta recogen las sustancias radioactivas y las ingresan a las “celdas de producción”, donde, a través de “visores plomados” y unas telepinzas, abren las cápsulas.
De esta manera, se inicia el proceso para convertir la sustancia en líquido que se llena en pequeños frascos, los que, a su vez, se transportarán en recipientes de plomo a hospitales y clínicas de todo el país.
“Aquí producimos, principalmente, radioisótopos que se aplicarán en medicina nuclear. Estos productos son radiofármacos que sirven para el tratamiento del cáncer y el diagnóstico de diversas enfermedades, como las enfermedades oncológicas”, explica el subdirector de esta planta, Guilmer Agurto.
Uno de los productos estrella que se fabrican es para el tratamiento del cáncer. Se llama yodo 131. Se trata de una sustancia radioactiva que usan las personas que sufren de hipertiroidismo y les regula la tiroides por unas semanas.
Proceso
Cada viernes, esta planta del centro de investigación nuclear Racso recibe los pedidos de los 94 centros de salud nuclear de hospitales del Estado y de clínicas.
De acuerdo con ello, el lunes siguiente procesará y hará el ‘fraccionamiento’ del material irradiado (en frascos pequeños). Se empezará a despachar el material irradiado, de miércoles a viernes para Lima; y en el ámbito de provincias, el principal destino es Arequipa.
A la vez, en la zona de control de calidad, el personal de aseguramiento monitorea la cantidad de dosis que recibe el personal durante todo el proceso. El departamento de mantenimiento asiste en los trabajos preventivos y correctivos del material que sale del reactor.
Inversión
Agurto detalla que el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) ha hecho una fuerte inversión para modernizar sus laboratorios. Así, la planta que empezó a funcionar en 1987 ha sido adaptada en el 2017 para cumplir las buenas prácticas de manufactura de productos radioactivos para aplicación en seres humanos.
Aquí, en esta planta de más de 2000 metros cuadrados y pasillos largos, adyacente al reactor nuclear, por donde circula aire descontaminado, hacen un trabajo multidisciplinario ingenieros químicos, químicos, biólogos, microbiólogos a los que suman personal técnico de mantenimiento mecánico, eléctrico y otros.
Fuente: Andina