El paso de Ricardo Gareca por la selección chilena ha llegado a su fin, y el balance no podría ser más crudo: tras 17 partidos dirigidos en poco más de un año y medio, su gestión queda marcada como una de las más cuestionadas en la historia del fútbol chileno.
Los números hablan por sí solos. Solo cuatro victorias —tres de ellas en amistosos—, cuatro empates y nueve derrotas sellan un ciclo con apenas un 17,9% de rendimiento en partidos oficiales. Su única alegría en eliminatorias fue un triunfo ante Venezuela, insuficiente para encauzar un proceso que naufragó temprano.
Lo más doloroso, sin embargo, fue una doble humillación ante Bolivia. Por primera vez en la historia de las clasificatorias, Chile cayó en ambos enfrentamientos contra el equipo altiplánico. La derrota más simbólica ocurrió en el Estadio Nacional de Santiago, donde La Roja perdió 2-1 en septiembre de 2024, rompiendo una racha de más de tres décadas sin derrotas como local frente a ese rival. El golpe definitivo llegó en El Alto, a más de 4.000 metros de altitud, con un 2-0 que dejó al equipo sin chances siquiera de pelear el repechaje.
“La derrota frente al equipo altiplánico lo ratificó como el técnico de peor rendimiento de la selección en partidos oficiales, con apenas un 17,9% de rendimiento”, finalizó La Tercera.
Para Gareca, apodado alguna vez “El Tigre” por su temple en los banquillos, el desafío en Chile terminó siendo una jaula sin salida. Hoy, su nombre se retira del escenario con críticas encendidas y una herencia difícil de digerir para un país que no encuentra rumbo en el plano internacional.