Este último sábado se recuerdó con mucha pena la denominada tragedia del Estadio Nacional donde de perdieron cientos de vidas de aficionados que acudieron al recinto de la capital de la República.
Fue el 24 de mayo del lejano 1964 en Lima, Perú, en el marco de la clasificación para los juegos olímpicos de Tokio, y donde el partido entre las selecciones de Perú y Argentina se transformaba en la denominada “Tragedia del Estadio Nacional”.
Como se recuerda los más de 50 mil espectadores presenciaban la victoria parcial de los gauchos, cuando a 10 minutos del final el juez del cotejo Angel Eduardo Pazos anuló el empate peruano provocando la ira de los espectadores.
Fue el aficionado Germán Cuenca Arroyo, conocido como “Negro Bomba” saltó al campo de juego para agredir al árbitro. El comandante Carlos de Azambuja a cargo del operativo, junto con 8 oficiales lo atraparon, lo arrojaron al suelo y lo golpearon hasta desmayarlo. Mientras los jugadores abandonaban el campo de juego los espectadores reaccionaron a la golpiza al “Negro bomba”.
El público comenzó a forzar el alambrado para invadir el campo, la policía respondió con una batería de gases lacrimógenos que provoco corridas y estampidas.
Para colmo las puertas del estadio estaban cerradas para evitar el ingreso de gente sin pagar, esto impedía que las hordas de personas que huían de los gases pudieran salir. Las aglomeraciones provocaron centenares de muertos por asfixia y aplastamiento, cuando dos puertas de la tribuna norte cedieron por la presión dejaron ver el horroroso resultado de la barbarie y la desidia. Cuerpos deformados y literalmente reventados, cayeron sobre el asfalto, luego de la caída de un muro de muertos se dejaron ver los primeros agonizantes que seguían siendo empujados por la muchedumbre que desde lo alto de la tribuna pugnaba por salir. Los sobrevivientes, al conocer el saldo de mas de 300 muertos, comenzaron una noche de terror en Lima, incendios, saqueos y enfrentamientos que las autoridades tardaron horas en sofocar.