La campanas de la iglesia de San Agustín sonaron y la imagen sagrada del Señor de Los Milagros era cargada en hombros por los feligreses, quienes asomaron la sagrada imagen hacia su segundo recorrido, aproximadamente a las 12:10 del mediodía del 18 de octubre. Los asistentes, embargados por la emoción y la fe, derramaron lágrimas y otros saludaron al Cristo Moreno recibiéndolo después de un año, para consolar sus corazones.
Entre cohetones y los sahumerios, ahí estaba la imagen de Cristo. En los pies de su altar, adornado con flores, se encontraba la banda de música del Ejército del Perú, cuyos integrantes tocaban la melodía del himno del Señor de Los Milagros en la calle Sucre, con dirección hacia la calle Bolivar del centro histórico de la ciudad.
Ni el intenso calor evitó que adultos mayores, madres de familia, niños y niñas, se queden sin acompañar la procesión.
Los miembros de la cofradía del Señor de Los Milagros, vestidos con la túnica morada, con una cuerda rodearon la procesión. A los pies de la imagen sagrada, las sahumadoras y cantoras entonaban los cánticos del Cristo de Pachacamilla. Cada asistente con mucha fe hacia Cristo agradecía y hacía sus peticiones, pues todos en algún momento de sus vidas fueron tocados con un milagro.
Entre ellos se encontraba Juliana, quien narró que cada año, lo hacía acompañaba por el grupo de las mujeres sahumadoras, pero este 2024, no lo pudo hacer porque está delicada de salud. “Yo soy miembro de la hermandad del Señor de Los Milagros, yo era sahumadora, la fe tiene que ser grande y mueve los milagros. Somos de 40 a 50 sahumadoras y cantoras. El incienso es especial, es calentado con carbón. Cada uno lleva (la fe) en sus corazones. Para mí, sahumar es perfumar las calles que visita el señor dejando sus bendiciones”, dijo acotando que el Señor de Los Milagros siempre la cuidó.