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“Poemario que dialoga entre dos mujeres que son la misma”

Libro de poemas fue presentado en el marco del Festival del Libro

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DIARIO VIRAL

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Elena De Yta, poeta y docente cuando tenía veintitrés años y trabajaba cerca del Mercado San Camilo fue construyendo una poética propia. Algo en las miradas de las mujeres paradas en las esquinas la inquietó tanto que decidió escribir como si fuera una de ellas.

Ese ejercicio se convirtió en "Vendo mi cuerpo", un poemario que ahora regresa en segunda edición con algo que pocas veces vemos en poesía peruana: la autora dialogando consigo misma a través de quince años de distancia. Cada poema original tiene ahora una respuesta, marcada con el número romano II, escrita por la misma Elena pero desde otro lugar vital. Es como escuchar a dos mujeres conversando sobre el mismo dolor, pero con vocabularios distintos.

El título mismo es un juego brillante: vender y vendar. Exponer la herida y curarla al mismo tiempo. Elena lo explica en su introducción con una honestidad que debería ser obligatoria en toda presentación de libro: esto comenzó como un intento de mirar a "la otra", pero terminó siendo un espejo de sus propias fracturas. Porque, como bien dice, todas las mujeres hemos habitado aunque sea un instante la piel de quien es cosificada.

Oswaldo Chanove, en su prólogo original de 2009, ubica este libro en una tradición de poesía femenina peruana que desde los ochenta ha decidido verbalizar lo que estaba cautivo en el territorio de lo nocturno. Y tiene razón. Desde María Emilia Cornejo hasta Carmen Ollé, hubo un movimiento que rompió el pacto de silencio. Pero Elena De Yta agrega algo particular: no escribe desde la transgresión como gesto estético, sino desde la supervivencia como urgencia existencial.

José Antonio Mazzotti, en su carta de 2022, señala algo clave: este libro logra sortear los riesgos de la impostación. No es fácil escribir desde una experiencia que no es exactamente la tuya sin caer en el simulacro o en el paternalismo. Elena lo consigue porque no pretende hablar “por” las mujeres prostituidas, sino explorar ese territorio común de la vulnerabilidad femenina en un sistema que nos convierte a todas, de un modo u otro, en mercancía.

Pero lo más potente de esta segunda edición son los poemas II. Ahí está la Elena de casi cuarenta años respondiendo a la de veintitrés. Y el diálogo es devastador. En la respuesta a "Angustia", escribe: "El espíritu no muere de repente, se marchita en cuotas". Esa sabiduría solo se gana con los años y con una voluntad feroz de no mentirse.

El último poema, "Jesús de las mujeres", amplía la mirada hacia todas las mujeres: las samaritanas, las magdalenas, las martas, las de Siria, las de Kabul, las de Ayacucho. Elena entiende que su voz personal debe conectarse con un clamor colectivo. Y lo hace sin grandilocuencia, con la misma sinceridad brutal de todo el libro.

Elena De Yta nos entrega un poemario que es herida y vendaje, que es exposición y cura. Y lo más importante: es un libro honesto. En tiempos donde tanta poesía se regodea en lo bonito, en lo políticamente correcto, en lo instagrameable, "Vendo mi cuerpo" elige la verdad incómoda.

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