Bill Gates analizó el controvertido proyecto de “apagar el sol”, una propuesta impulsada por startups y centros de investigación que busca enfriar el planeta manipulando la radiación solar. En entrevista con Axios, el fundador de Microsoft explicó que, si bien financia estudios sobre geoingeniería solar, no respalda su despliegue masivo y considera que solo debería contemplarse como último recurso frente a escenarios de peligro extremo derivados del cambio climático.
La tecnología en debate, denominada gestión de la radiación solar (SRM), plantea inyectar partículas reflectantes —como ácido sulfúrico— en la estratósfera para disminuir la energía solar que llega al planeta, replicando el efecto de grandes erupciones volcánicas. Startups como Stardust Solutions han dado un impulso significativo a esta línea de investigación, recaudando millones para desarrollar sistemas que liberarían estas partículas desde aeronaves. La idea, antes asociada a la ciencia ficción, hoy es evaluada seriamente en conferencias climáticas y universidades de prestigio.
Gates explicó que su apoyo se dirige exclusivamente a generar conocimiento científico y no a promover la implementación. “He financiado intentos de entender la geoingeniería”, señaló, subrayando que tener información sólida podría ser clave en un futuro crítico. El filántropo agregó que solo defendería su utilización si el planeta entrara en un punto de no retorno climático, con procesos como el derretimiento acelerado del hielo o la pérdida masiva de bosques que hagan incontrolable el aumento de la temperatura.
Sin embargo, Gates advierte que desplegar esta tecnología podría desincentivar la transición hacia energías limpias, el único camino sostenible para frenar el calentamiento global. También enfatizó que persisten grandes vacíos científicos sobre los efectos regionales de la geoingeniería, con riesgos de sequías, lluvias alteradas o impactos negativos en comunidades vulnerables. Señaló que “sería terrible” que la posibilidad de enfriar el planeta frenara los esfuerzos por reducir el uso de combustibles fósiles.
Además de los desafíos ambientales, Gates alertó sobre la falta de un marco global que regule estas intervenciones. El surgimiento de empresas privadas capaces de actuar sin supervisión internacional incrementa el temor de que decisiones de alto riesgo se tomen fuera del control público. Por ello, insistió en la necesidad de avanzar en la investigación con prudencia y sin precipitar acciones que podrían tener consecuencias imprevisibles para el clima mundial.