Hacer ejercicio durante la gestación resulta muy beneficioso para la mujer, pero no solo para su salud, sino también para la del feto. En 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recogió por primera vez un apartado dedicado al bienestar de las gestantes en el informe Directrices sobre Actividad Física y Hábitos sedentarios. El documento de la OMS recomienda la actividad física tanto en el embarazo como en el posparto para evitar el riesgo de que la gestante sufra preeclampsia, aumente excesivamente de peso durante el embarazo o tenga complicaciones en el parto y depresión tras dar a luz. Asimismo, la guía apunta que mantenerse activa a través del ejercicio diario también reduce las complicaciones neonatales evitando, entre otros, efectos nocivos en el peso del niño al nacer o el riesgo de muerte fetal.
Para profundizar este estudio, un equipo de la Universitat de Valencia y del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública, con María Morales Suárez-Varela como investigadora principal, desarrolló un estudio observacional transversal de 228 mujeres embarazadas.
La inactividad física durante el embarazo se asocia con un mayor riesgo de desarrollar, según explica Morales, diabetes e hipertensión gestacional, diabetes mellitus tipo 2, dolor lumbar y pélvico, mayor tiempo de parto, mayor probabilidad de cesárea y otras enfermedades cardiovasculares.
En relación con el feto, que la madre incorpore el ejercicio durante su embarazo favorece el desarrollo neurológico y reduce el riesgo de obesidad al nacimiento y en la infancia, según explica Morales.
Se recomienda que el ejercicio se adapte con facilidad a la vida rutinaria de la embarazada con caminatas, natación, paseos en bicicleta o yoga adaptado a la gestante.