La agenda nacional de prevención ante desastres tiene como primera prioridad la mitigación del daño que puede causar el fenómeno El Niño costero, teniendo en cuenta los devastadores episodios ocurridos en 2017, 1997-1998 y 1981-1982, así como el último reporte del Enfen que revela una probabilidad de ocurrencia del 49 % de un evento con magnitud fuerte para el verano 2024.
Esta reciente estimación de la Comisión Multisectorial encargada del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen), publicada a fines de octubre, representa un incremento significativo respecto del anterior comunicado que indicaba que la probabilidad de un episodio con magnitud fuerte era del 33 %.
Este panorama nos lleva a repasar nuestros conocimientos sobre este fenómeno de características oceánicas y climatológicas que se presenta cada cierto tiempo en nuestro país y que nos lleva a prepararnos ante su impacto, que en su mayoría tiene efectos nefastos, pero también conlleva algunas consecuencias positivas.
¿Qué es el fenómeno El Niño?
Para responder a esta pregunta hay que recordar que, a fines del siglo XIX, los pescadores del norte del Perú apreciaron que todos los años hacia finales de diciembre, cerca de la Navidad, solía ocurrir un incremento de la temperatura del agua del mar, la cual era observable a lo largo de la costa norte. Atribuyeron este calentamiento a la llegada de una corriente marina de aguas cálidas a la que llamaron la corriente de El Niño.
La presencia de estas aguas cálidas a lo largo de las costas peruanas es un fenómeno recurrente que tiene una duración de varios meses. Ahora sabemos que este calentamiento marino-costero se acentúa cada cierto número de años, siendo una manifestación de los cambios que ocurren en las capas superficiales y subsuperficiales del océano. Esto está vinculado a interacciones complejas con la atmósfera que se producen en el Océano Pacífico ecuatorial, a miles de kilómetros de la costa peruana en el Océano Pacífico.
Los diversos estudios arqueológicos realizados han descrito evidencias del fenómeno El Niño desde la época preincaica, con efectos devastadores sobre las culturas existentes, como lo evidencian sitios arqueológicos como Caral y Chan Chan, por ejemplo.
El Niño siguió manifestándose a través de los siglos durante la época Colonial y Virreinal hasta el surgimiento de la república. En los últimos 150 años se ha registrado su presencia en territorio peruano en forma intensa en nueve ocasiones y resultó catastrófico en los años 1891, 1925, 1982-1983, 1997-1998 y 2017, que motivaron el apelativo de “Meganiño”.
La entidad encargada de informar sobre el avance y evolución de este evento es la Comisión Multisectorial Encargada del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen), que emite periódicamente comunicados informando sobre el comportamiento de este evento y sus implicancias en Perú.
¿Qué provoca El Niño?
La comunidad científica internacional relacionó el calentamiento costero con un calentamiento más extenso en el océano Pacífico ecuatorial, así como las fluctuaciones de presión atmosférica entre el océano Pacífico oriental y occidental, dando origen al concepto de El Niño-Oscilación Sur (ENOS), un fenómeno donde la atmósfera y el océano actúan en conjunto.
Debido a la ambigüedad asociada a la definición de El Niño, el Comité Enfen introdujo dos nuevos conceptos que explícitamente diferencian las fluctuaciones de Temperatura Superficial del Mar (TSM) frente al Perú y Ecuador de las del Pacífico central.
El primer concepto sostiene que El Niño costero se basa en el concepto original de El Niño y se define como presencia de la TSM por encima del promedio en forma persistente durante varios meses en la región del Océano Pacífico adyacente a la costa del norte del Perú y de Ecuador, principalmente.
Los mecanismos que lo generan ni los impactos en el país no son parte de la definición, pero este evento puede ocurrir asociado tanto como parte de ENOS, con alteraciones de gran escala del campo de presión atmosférica, vientos y ondas oceánicas en el Pacífico Ecuatorial, como debido a alteraciones en la circulación atmosférica localmente, en el Pacífico oriental. Puede estar asociado a lluvias muy fuertes en la costa norte durante el verano, pero no necesariamente y ocasiona impactos en el ecosistema marino, de acuerdo con su magnitud y persistencia.
Para identificar la ocurrencia y magnitud de El Niño costero en forma operativa, el Enfen creó el Índice Costero El Niño (ICEN), que consiste en la media corrida de tres meses de las anomalías mensuales de la TSM en la región “Niño 1+2” que incide en territorio peruano. Para calificar como El Niño costero, el ICEN debe exceder +0,4°C al menos durante tres meses consecutivos. La magnitud del evento puede ser débil, moderado, fuerte o extraordinario según los tres valores máximos del ICEN durante este.
En el año 2015, el Enfen implementó un Sistema de Alerta de El Niño Costero para alertar de la presencia de El Niño Costero más oportunamente, sin tener que esperar el cumplimiento del criterio anterior.
Aunque se trata de un evento natural que siempre existió y que ocurre cada cierto tiempo en nuestro país con diversa intensidad, las investigaciones científicas mejor documentadas se refieren a los episodios ocurridos en los años 1982-1983, 1997-1998 y 2017, que tuvieron efectos más devastadores, sobre todo en las regiones de la costa norte.
El episodio de El Niño costero acontecido en 2017 dejó enormes secuelas negativas y, seis años después, continúan las intervenciones del Estado, gestionadas por la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC) para atender a los damnificados y rehabilitar la infraestructura devastada por este fenómeno.
¿Cómo se presentaría El Niño en Perú en 2024?
El fenómeno El Niño, según los entendidos, ocurre cada dos a siete años en intensidad variable. La labor de investigación realizada en los últimos decenios ha puesto de relieve la importante influencia que ejercen las interacciones entre la atmósfera y el océano en el cinturón tropical del océano Pacífico sobre las características del tiempo y del clima a escala mundial.
Durante los episodios de El Niño, por ejemplo, la temperatura de la superficie del mar en las partes central y oriental del Pacífico tropical suele ser muy superior a la normal, mientras que, en esas mismas regiones, durante los episodios de La Niña la temperatura es inferior a la normal.
Esas variaciones de temperatura pueden provocar fluctuaciones importantes del clima en el mundo entero y, una vez comenzadas, esas anomalías pueden durar un año, o incluso más. Así, el intenso episodio de El Niño de 1997/1998 fue seguido por un largo episodio anómalo de La Niña, que empezó hacia mediados de 1998 y terminó a principios de 2001. Aunque los episodios de El Niño o La Niña alteran la probabilidad de que se den determinadas características climáticas en el mundo entero, sus consecuencias nunca son exactamente idénticas.
Además, aunque suele existir una relación entre la intensidad de un episodio de El Niño o La Niña y sus efectos a escala mundial, cualquier episodio puede tener repercusiones graves en determinadas regiones, independientemente de su intensidad.
¿Qué impactos generaría El Niño en Perú en 2024?
Teniendo en cuenta la más reciente estimación del Enfen, que indica que existe un 49% de probabilidad de ocurrencia de El Niño con magnitud fuerte en el verano de 2024 y que su presencia se extendería hasta el otoño de ese año, es importante la preparación para mitigar sus efectos negativos expresados en intensas lluvias y eventos asociados como huaicos, desbordes de ríos e inundaciones que impactan en sectores claves como la agricultura, el transporte, la salud, la educación y la economía en general.
Asimismo, el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred), advirtió en el documento “Escenarios de riesgos por lluvias octubre a diciembre 2023”, que existen 2 millones 285 mil 451 personas a nivel nacional se encontrarían en riesgo muy alto por movimientos en masa y/o inundaciones ante las lluvias y eventos asociados.
En dicho documento se ha identificado un total de 1 millón 451 mil 799 personas a nivel nacional que viven en 17 mil 238 centros poblados distribuidos en 23 departamentos que estarían en riesgo muy alto ante la ocurrencia de deslizamientos, flujos de detritos o huaicos entre otros tipos de movimientos en masa.
Además, el Cenepred informó que 423 mil 458 viviendas, mil 255 establecimientos de salud y 9 mil 259 instituciones educativas se encontrarían en la misma situación de riesgo.
Las regiones con mayor cantidad de población expuesta a riesgo muy alto son: Cajamarca (252 mil 747), Piura (208 mil 228), Huánuco (146 mil 346), La Libertad (136 mil 756) y Áncash (135 mil 795).
Los escenarios de riesgo que elabora el Cenepred -a partir de los pronósticos realizados por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi)- tienen por objetivo informar a las instituciones competentes, especialmente a las autoridades regionales y locales, para que identifiquen las áreas con mayor riesgo en su jurisdicción, y con base en ello, priorizar su intervención, con acciones de reducción del riesgo y preparación, para evitar pérdidas por desastres.
Mejor preparados que en 2017
La ocurrencia del Fenómeno El Niño encuentra al Perú mejor preparado que en el episodio del año 2017, gracias a las acciones que adopta el Gobierno para mitigar sus efectos dañinos, sostuvo el jefe del Centro de Estimación Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred), Miguel Yamasaki Koizumi.
“Definitivamente nos va a encontrar mejor, porque se han hecho múltiples trabajos e intervenciones a nivel del gobierno central que ha dispuesto, primero, adquisición de maquinaria a través de los Ministerios de Defensa, Desarrollo Agrario y Riego, así como algunos gobiernos regionales que las han distribuido a las zonas de mayor vulnerabilidad ante desbordes, inundaciones, huaicos, movimientos de masa, entre otros impactos derivados de las lluvias intensas que provoca El Niño”, manifestó en entrevista con la Agencia de Noticias Andina.
Agregó que el Ministerio de Vivienda está adquiriendo lo que se denomina una “Línea celeste” compuesta por sistemas y cisternas de agua potable porque se trata de un recurso vital que escasea cuando ocurren emergencias como los que genera El Niño.
A ello se suman las intervenciones en zonas de mayor riesgo que están ejecutando la Autoridad Nacional del Agua y la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, dijo. “Creo que todo este esfuerzo que se viene haciendo desde el mes de mayo, aproximadamente, a la fecha, y todavía nos queda unos meses más hasta que comience el periodo de lluvias, va a influir definitivamente en forma positiva a reducir el impacto y los daños personales y materiales en las zonas de riesgo”, enfatizó el funcionario.
Fuente: Andina