Durante el último programa de Hablando Huevadas, Ricardo Mendoza contó sobre el frustrado secuestro a su persona que terminó con su chofer atemorizado tras el atentado.
Según el comediante, llegó a su casa luego de pasar el día con su novia y le pidió a una persona que se llevara su auto para lavarlo. Pasado algún tiempo, sintió el timbre de su casa y se alarmó.
“Yo estaba durmiendo y me tocan el timbre y me dicen ‘no te asomes, abre la puerta y no te asomes a la ventana por favor”. Era la persona que se había llevado el carro. Sube corriendo y me dijo que me habían querido secuestrar. Parece que llegó con el carro, se estacionó y antes de subir a dejarme las llaves, bajaron seis personas de dos camionetas, todos con armas, narró Mendoza.
Según contó, los delincuentes intentaron abrir la puerta del copiloto y no lo lograron, por lo que fueron directamente a la ventana del conductor. “Apuntan al carro y comienzan a decir ‘súbete, súbete, gordo concha...’ y trataron de abrir la puerta del copiloto pero no abrió, giran y en la puerta del piloto donde estaba el conductor, abren y lo encuentran al flaco”, indicó.
Los secuestradores encañonaron al amigo de Mendoza para que revele dónde estaba el conductor de Hablando Huevadas y en un momento de terror, uno de ellos disparó el arma, aunque la bala no salió.
“Tres lo agarran con las pistolas, uno de la garganta, otro en la sien y otro le pone una pistola en la boca. Le dicen ‘dónde está el gordo’ y él ha hecho un ademán para salirse y que no le disparen en la boca y uno de los secuestradores estaba nervioso y le disparó en la boca, pero la bala no salió. Él al ver que falló el disparo, aprovechó el momento y se sacó el arma de la boca y la puso contra el techo”, acotó.
Los delincuentes empezaron a golpear al conductor y este reaccionó confundiéndolos. “Él comienza a palabrear al secuestrador y le dijo que estaba esperando a su flaca. El secuestrador se mareó.... le pidió su celular y su billetera aunque sea para llevarse algo y cuando levantó la vista, los demás ya no estaban y se fue corriendo porque lo estaban dejando. En un momento le dijeron, ‘no te vamos hacer nada pero dinos dónde está ese gordo conch...’”, narró Mendoza.