Los equipos de rescate marroquíes y de otras nacionalidades continúan buscando cadáveres entre los escombros de pueblos del Atlas marroquí, cinco días después del terremoto que causó más de 2 900 muertos y 2 500 heridos.
En el pueblo de Imi N'Tala, en las montañas del Atlas, casi no quedan casas en pie. Todo se reduce a escombros que se esparcen como agua y bloquean la única carretera que une las aldeas de esta zona situada a unos 70 kilómetros al sur de Marrakech.
El olor a cuerpo descompuesto golpea como un bofetón nada más entrar en Imi N'Tala. Al final de la localidad, un anciano con vendas en la cabeza le señala con una de sus muletas a un rescatador británico, que no entiende sus palabras, dónde estaba su casa, reducida ahora a un montón de piedras.
En esa zona, la violencia del temblor de magnitud 7.0 del pasado viernes quebró la montaña y las rocas desprendidas sepultaron varias de las casas.
Un equipo de bomberos marroquíes se afana con denuedo en alcanzar un cadáver localizado en la parte alta de la población. En varios minutos y numerosos intentos, consiguen mover una enorme piedra que les impedía seguir excavando y seguir sacando arena.
Unos cuarenta metros más abajo, dos perros de la Unidad Militar de Emergencias (UME) española intenta localizar algún cuerpo, recorriendo en todas direcciones lo que antes era una vivienda. Son las cuatro de la tarde (las 15.00 GMT).