Las autoridades de la megalópolis oriental china de Shanghái decidieron implementar una nueva estrategia y es que prohibieron a las personas disfrazarse durante la celebración de Halloween.
De esta manera buscan que los disfraces se convierten de nuevo en una expresión de protesta o sátira política, tal como sucedió en 2023.
El año pasado, los jóvenes de Shanghái hicieron sus disfraces como una muestra de descontento, una tensión subyacente entre el segmento demográfico, afectado por la ralentización económica y un mercado laboral incapaz de absorber a los millones de egresados universitarias cada año, con cifras récord de desempleo juvenil.
A finales del 2022 también en Shanghái se llevaron a cabo algunas manifestaciones contra el “cero covid”. Incluso hubo quienes gritaron: “Abajo Xi Jinping”, algo prácticamente impensable en China. En 2023, Halloween fue una nueva válvula de escape con un ambiente social más sutil.
Hubo quien se disfrazó de cámara de seguridad en referencia a la omnipresente vigilancia en cada esquina del país; otros, de Winnie the Pooh, un personaje que, si bien no está prohibido en China, se relaciona con críticas veladas a Xi; también quien criticó el panorama laboral para los jóvenes con un cartel de “graduado en humanidades” y un cuenco para pedir limosna.
Una mujer se colocó por encima folios en blanco, la marca de las mencionadas protestas del 2022. Otros se vistieron de los temidos ‘dabai’, los voluntarios vestidos con EPIs que se encargaban de hacer cumplir las directrices oficiales durante el largo confinamiento de la ciudad, o de las cabinas en las que había que someterse a pruebas PCR diariamente.
En 2024, las autoridades buscan evitar que se repita la situación: EFE pudo comprobar que en la calle Julu, hogar de un popular complejo de discotecas llamado Found 158, se encontraba llena de vallas amarillas ya en la víspera, contando con una fuerte presencia policial que se extendía a las vías circundantes.