Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad gubernamentales y los partidarios del derrocado expresidente Bashar al-Assad causaron la muerte de al menos 642 personas en Siria. El número real de víctimas mortales podría ser “mucho mayor”.
Las fuerzas gubernamentales han sido responsables de la muerte de 327 personas, entre militantes armados y civiles, desde que lanzaron “una operación de seguridad a gran escala en decenas de aldeas de la campiña de Latakia, Tartous y Hama”, dijo el grupo de observación independiente Red Siria de Derechos Humanos.
Mientras tanto, los militantes leales a al-Assad han matado al menos a otras 315 personas —148 civiles y 167 miembros de las fuerzas de seguridad—, dijo el director de la SNHR, Fadel Abdul Ghani. “Prevemos que el número de muertos sea mucho mayor”, añadió.
Los enfrentamientos en curso son el peor brote de violencia desde que al-Assad —miembro de la minoritaria secta alauita— fue derrocado en diciembre por militantes islamistas suníes que pretendían remodelar el orden político y sectario del país.
El presidente de transición de Siria, Ahmad al-Sharaa, en un discurso televisado el viernes 7 de marzo por la noche, prometió perseguir a los responsables de matar al personal de seguridad del Gobierno. Sin embargo, también instó a sus fuerzas de seguridad a “garantizar que no se produzcan respuestas excesivas o injustificadas” tras los informes sobre el elevado número de víctimas civiles.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, declaró que “condena enérgicamente toda la violencia en Siria y pide a las partes que protejan a los civiles y cesen las hostilidades”. Dijo estar “alarmado por el riesgo de escalada de tensiones entre las comunidades en Siria en un momento en que la reconciliación y la transición política pacífica deben ser la prioridad”.