Estados Unidos volvió a escalar sus operaciones militares en la región. Este miércoles 22 de octubre, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó que fuerzas estadounidenses atacaron y destruyeron una embarcación con presuntos narcotraficantes en el océano Pacífico, cerca de aguas sudamericanas, dejando dos personas muertas. El operativo, realizado el martes 21, marca el octavo ataque letal desde el despliegue naval ordenado por la administración de Donald Trump, el pasado 19 de agosto.
“Nuestra inteligencia sabía que el buque estaba involucrado en el contrabando ilícito de narcóticos (…) Durante el ataque, llevado a cabo en aguas internacionales, había dos narcoterroristas a bordo. Ambos murieron y ninguna fuerza estadounidense resultó herida”, declaró Hegseth en su cuenta de X, donde difundió además un video del bombardeo. Las imágenes muestran una pequeña nave con paquetes a bordo que, segundos después, explota y queda envuelta en llamas.
La ofensiva naval —según Washington— busca interceptar rutas de tráfico de drogas hacia EE. UU., aunque esta vez el ataque no ocurrió en el Caribe, como en acciones previas, sino en el Pacífico. Hegseth incluso comparó a los presuntos traficantes con los autores del 11-S.
Sin embargo, la justificación estadounidense ha generado fricciones diplomáticas en Sudamérica. Washington acusa al gobierno de Nicolás Maduro de vínculos con el llamado Cartel de los Soles, mientras que Caracas niega cualquier implicación. La tensión se agravó cuando el presidente colombiano Gustavo Petro denunció públicamente que los ataques estadounidenses “han matado a civiles inocentes colombianos”.
La respuesta de Trump elevó aún más la tensión regional.
El mandatario estadounidense tildó a Petro de “líder del narcotráfico” y amenazó con aranceles y retiro de cooperación antidrogas, un hecho inédito entre dos países que fueron aliados clave en la lucha contra el narcotráfico durante décadas.