Su vida fue para cambiar el mundo y lo hizo hasta sus últimos días. José “Pepe” Mujica falleció a los 89 años. Un cáncer de esófago detectado el año pasado fue su último enemigo en una vida plagada de lucha y eligió enfrentarlo como siempre: de pie y mirando de frente, esta vez a la muerte cada vez más cercana.
Su final ya había sido anticipado por su esposa, compañera guerrillera y exvicepresidenta, Lucía Topolansky. El cáncer ya llegó a metástasis y solo quedaban tratamientos paliativos porque su edad avanzada no le permitía soportar más.
Nacido en 1935, Mujica inició su vida política como miembro del Partido Nacional en 1956 y luego militó en Unión Popular. En 1964 se integró al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, que inició la guerra de guerrillas contra el gobierno militar de aquel entonces. Esta etapa de vida le costó estar en prisión por más de 13 años (1972 – 1985).
Tras dejar la cárcel, Mujica fundó el Movimiento de Participación Popular con el cual fue elegido diputado en 1994. Siguió activo en la vida política y en el 2005, el presidente uruguayo Tabaré Vásquez lo nombró ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
En el 2010, fue elegido presidente con el 52% de votos. Durante su gobierno eligió seguir viviendo en su residencia junto a su esposa, fiel compañera en sus horas revolucionarias y en la vida política. No tuvo hijos pues dijo que durante la época en la que debió tenerlos “estuvo cambiando el mundo”.
Tras dejar la presidencia, retornó a su vida austera dedicado al cultivo y venta de flores. Por estos hechos se le denominó como el presidente “Más pobre y humilde del mundo”. Hoy partió a la eternida pero su legado de lucha por la defensa de sus ideales seguirá presente, como dijo alguna vez, para que “la gente pueda vivir un poco mejor y con un mayor sentido de la igualdad”