Escribe: Sarko Medina Hinojosa
Médico de profesión y escritor por vocación, Oswaldo Castro (Piura, 1955) ha construido una obra literaria que desafía los límites convencionales del relato breve.
Su reciente publicación “El sicario sentimental: la insoportable brevedad del ser” reúne microrrelatos que exploran territorios emocionales complejos donde la muerte, la soledad y el humor negro se entrelazan de manera magistral.
¿Por qué elegiste la microficción para hablar de la “brevedad del ser”? Me gusta escribir microrrelatos y cuentos breves. Es una técnica que perfecciono con el tiempo y a la que le falta mucho. Es un proceso complejo, difícil y muy desafiante. Considero que he transitado los primeros pasos y el horizonte es aterrador como un caldero en ebullición en el que, como aprendiz, puedo achicharrarme. El sicario sentimental es un peldaño más en la escalera de este aprendizaje.
¿Cómo concibes esa frontera entre vida y muerte? La vida es una enfermedad que se cura con la muerte. El ser humano tiene fecha de nacimiento, pero no de caducidad. Si la supiera, moriría antes de angustia o enloquecería esperándola. El abandono de la vida terrenal seguirá siendo el misterio que desvelará a quienes creen que existe algo más allá del suspiro final y, a la vez, la tranquilidad para los que ansían la eternidad con la parafernalia creyente asociada. Lo concreto es que nuestro envase de fábrica expirará y lo que venga después no lo sabremos nunca. Por ello, la muerte no necesita preparativos, es la fiesta final a la que iremos con cualquier traje.
¿Cómo logras ese equilibrio entre humor negro y melancolía en tan pocas líneas? Es parte del entendimiento de la técnica. Si a un chef le preguntas cómo lo hizo o qué ingredientes secretos usó, te mirará y dirá que es inspiración y que su toque de maestría es un misterio personal. El humor negro, la melancolía y demás hierbas aromáticas presentes en estas microficciones insólitas son los insumos del recetario de lo increíble, son los frascos que almacenan lo sorprendente y la frontera invisible, peligrosa y desconcertante de la psiquis humana. Como dijo Sir Barney: “Aún no hemos llegado a lo insospechado, estamos en lo lógico”. Así de sencillo, fácil y simple: Mezcla el estado de ánimo, la experiencia vivida y los recuerdos rescatados y saldrá el cóctel que desquiciará al lector.
¿La soledad es inevitable o una elección? La soledad generalmente es evitable, ser un solitario no es lo mismo que sentirse solo. En las páginas de El sicario sentimental discurren diferentes formas de soledad: la forzada, la aprendida, la inevitable o la que ha sido contratada para eliminar. El sicario que vive y tiene intimidad con uno es un invento desesperado por asesinar las penas, frustraciones, decepciones y la porquería que cargamos. Este sicario es fundamental para mantener la ecuanimidad de nuestro fuero interno y liberarnos de los demonios que giran en nuestro ADN. El sicario sentimental es un don que la vida nos puso delante y el arma homicida depende del calibre de nuestra existencia. Los personajes que confabulan en estas líneas son atemporales, inciertos, caducos y eternos, pero nunca olvidadizos de su impronta uterina.