Editorial Mono Milenario, mediante el escritor arequipeño Raúl Armando Pérez Zuñiga, consigue agrupar en un solo libro tres manuscritos de un poeta infaltable en tiempos en que estamos profundizando en nuestra identidad arequipeña.
¿Qué te inspiró a emprender la tarea de compilar y promover la obra de Alberto Hidalgo? En principio, la potencia de sus versos. Recuerdo la primera vez que lo leí —en una selección del doctor Tito Cáceres Cuadros, quien me acompañó en la mesa de presentación—, me redescubrí, furibundo y apasionado, en sus versos. Posteriormente, volví a leerlo en una antología de su obra poética, realizada por Jorge Cornejo Polar y publicada por la Universidad Nacional de San Agustín. Decidí agotarlo, es decir, leer toda su producción; esta voluntad se estrelló con el infeliz hecho de que Alberto Hidalgo era —y continúa siendo— un autor tan escaso como costoso; sus libros —cuando me fue posible hallarlos— superaban los trescientos soles. En el 2011 se publicarían “Poemas simplistas” y “Los Sapos y otros cuentos”. Años después, al verlo reeditado, accesible y, como siempre, fascinante, decidí publicar su obra. Era el año 2018 y, tengo que decir, que ha sido un trabajo duro pero muy satisfactorio. Tampoco puedo omitir el respaldo de Mesa Redonda Editorial y Librería que, con el lanzamiento de su nuevo sello Mono Milenario, me acerca más a mi tan anhelada masificación del Hidalgo libelista.
¿Cuáles consideras que son los aspectos más importantes de su poesía? Más allá de que, en su momento, perteneció a la vanguardia (fue el primer poeta vanguardista del Perú), corriente con novedosas estructuras estéticas y nuevos valores, lo más importante es su vehemencia, su espíritu confrontativo y, ¿por qué no?, su beligerancia. En tiempos en que tenemos una población tan sumisa, su obra urge.
¿Cómo crees que la obra de Hidalgo puede resonar en los lectores contemporáneos en el contexto actual del Perú? Lo dicho: Su visión supercrítica, su profundo amor por la patria y su odio por quienes la mancillan o saquean. Por ello decidí iniciar con estos tres poemarios: En el primero exalta la virtuosa belleza de nuestro territorio y todo lo que en él existe. En el segundo nos poematiza una historia intencionalmente oculta pero reveladora, desde la visión de trascendentales personajes como José Carlos Mariátegui o Túpac Amaru II. En el tercero nos reconcilia, nos conmina a criticar y renunciar a una de las peores taras que tenemos como nación, esa gran herida abierta, el racismo.
¿Por qué crees que la obra de Alberto Hidalgo ha pasado relativamente desapercibida? Sin duda, por su personalidad belicosa. Talento y seguidores no le faltaban, tampoco producción. Recordemos que publicó 48 libros con su nombre y 9 con un seudónimo (incluida la primera antología latinoamericana vanguardista, junto a Borges y Huidobro). Pero era implacable en sus desafectos y jamás se casaba con nadie, tuvo opiniones encontradas con intelectuales de la talla de Jorge Luis Borges o Luis Alberto Sánchez, solo para dar dos ejemplos. Los políticos tampoco se libraron de su carácter, le dedicó una satírica obra de teatro a Fernando Belaúnde Terry y una hiriente carta a Víctor Raúl Haya de la Torre, en la época dorada del APRA. Aquello tuvo que influir en su trayectoria. Hostigar a poderosos jamás es gratuito.