Escribe: Noelia Zelada Yauri
Después de que concluyó la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), Simón Bolívar se dirigió a Bolivia en 1825 para ser proclamado como libertador. Un sacerdote acudió a su encuentro para coronarlo con un diadema de oro y diamantes, un honor al que Bolívar rehuyó al considerar que era el general José de Sucre quien debía portarla al haber liderado el ejército vencedor en Ayacucho. Sucre también declinó manifestando que quien en verdad definió la batalla de Ayacucho fue el general José María Córdova.
“Todo se lo debemos a Córdova, sin él se pierde la batalla”, expresó Sucre. Fue así como la corona terminó sobre su cabeza y en su poder; luego declaró que su voluntad era que la diadema reposara en la tierra que lo vio nacer y en un gesto de amor a la ciudad de Rionegro (Antioquía, Colombia), el general Córdova envió en 1826 una carta junto con la corona para que “el pueblo de Rionegro se sienta orgulloso de haber liberado a los hijos del sol” pues este gran general consideraba a esta ciudad como su patria. Cabe mencionar que la corona de oro de 18 kilates y diamantes es una pieza que casi 200 años después sigue siendo objeto de conflictos en Colombia, porque él nació el 8 de septiembre de 1799 en Concepción, en dicha época parte de Rionegro, por ello existen algunas polémicas sobre su lugar de nacimiento.
SE SUBLEVÓ CONTRA BOLIVAR. Córdoba libró varias batallas con un sombrero que portó hasta sus últimos días y fue cariñosamente apodado como “pepillo”por sus coterráneos, cuenta el escritor Pablo Vallejo Mejía en su libro “El general José María Córdoba”. Explica que Córdoba estaba concentrado en su carrera militar y en estudiar las tácticas napoleónicas. Tras pelear y ganar las batallas como subalterno se ganó la confianza de Bolívar y fue enviado a liberar a Antioquía, Cartagena, Panamá y el sur de Colombia.
En Ecuador, Perú, y Bolivia, actuó bajo el mando del general Antonio José de Sucre, a quien salvó de una masacre en la Batalla de Ayacucho, donde Córdoba obtuvo el título de “Héroe de Ayacucho”.
“Las conspiraciones contra Bolívar fueron amigablemente disueltas por Córdoba, hasta que los altos generales sublevados lograron convencerlo de los planes perversos de Bolívar, quien pensaba asumir como monarca y ofrecer al reino de Francia la herencia de La Gran Colombia (…) Córdoba se sublevó porque había luchado por una república independiente y no para constituir otra monarquía (…) Bolívar hizo un pacto con la Iglesia que prohibió el apoyo a Córdoba, desde los púlpitos, y Córdoba fue derrotado, herido, y asesinado a sangre fría a sus 30 años”, se lee en el libro de Vallejo.