La ciudad de Arequipa, cuna de poetas y trovadores fue el escenario del nacimiento de Rufo Ernesto Neves Bengoa, acontecimiento que tuvo lugar el 7 de noviembre de 1919. Fueron sus progenitores Víctor Neves Cortez y María Candelaria Bengoa Chávez.
Nació en un hogar donde se respiraba música, su padre junto a su hermano Hipólito conformó uno de los dúos más recordados de nuestra historia musical, “Los payadores mistianos”, este dúo grabó inolvidables temas siendo los más destacados los yaravíes “Adiós Yanahuara linda” y “Oh espantosa soledad”.
El matrimonio Neves Bengoa procreó ocho hijos: Mery Luisa, Olga Ysela, Rufo Ernesto (a quien recordamos hoy), Eva Doris, Luz Estela, Dearly Edmundo, Víctor Alejandro y Luis Alberto, todos ellos involucrados también en el mundo de la música.
Las primeras etapas de su vida las pasó en el puente Bolognesi y el tradicional barrio del Solar, lugares en donde vivían sus tíos paternos y abuelos.
Realizó sus estudios escolares en la escuela “Núñez del Prado” ubicada en el puente Bolognesi y la secundaria en el colegio nacional de la Independencia Americana.
Al igual que su hermano Víctor sintió mucha afición por el deporte, específicamente por el básquet, llegando a formar parte de un equipo llamado “River Chili”, denominado de esta manera porque el club quedaba ubicado en la ladera del río Chili. También integró el equipo del Club Internacional, llegando incluso a ser su entrenador y posteriormente dirigente y vocal.
El club Internacional lo tiene en sus anales como entregado deportista desde donde consiguió importantes galardones ya en los años de su madurez.
Como todo buen arequipeño, siempre amó lo suyo y por eso desde muy pequeño fue hincha del FBC Melgar, club del que también alcanzó a formar parte de su directiva.
Muy joven ingresó a trabajar a la Municipalidad Provincial de Arequipa, emulando a su padre Víctor, quien laboró por más de 40 años en este municipio.
SU PASO POR EL MERCADO SAN CAMILO. Su capacidad, honestidad y sacrificio lo llevaron a ser nombrado administrador del mercado San Camilo, principal centro de abastos de nuestra ciudad, y donde es recordado con mucho cariño pues siempre fue sencillo y muy amable con sus colaboradores y vendedoras.
Todos los días don Ernesto iniciaba su labor a las 4 de la mañana, nunca fue sancionado ni acusado de utilizar el cargo para beneficio propio. Nunca usufructuó los bienes estatales ni adquirió riquezas personales; se jubiló con la humildad y sencillez que siempre lo caracterizó, además del orgullo de haber sido un trabajador intachable y haber merecido el reconocimiento de su “concejo municipal” que siempre respetó por encima de cualquier interés político o pecuniario. Laboró para la municipalidad por un amplio periodo, 39 años de su vida al servicio del pueblo arequipeño.
SU MATRIMONIO. Contrajo matrimonio con la señora Beatriz Murillo Rodríguez con quien tuvo 7 hijos: María Roxana (fallecida) Mercedes, Luis (fallecido),María del Rosario, Tatiana, Sandra y Kathia.
Frecuentaba mucho la Peña Taurina y el Jockey Club de Arequipa, en estos recintos entablaba largas e interesantes conversaciones con distinguidos personajes de nuestra ciudad como el poeta Guillermo Mercado Barroso, el doctor Enrique Azálgara Ballón, el historiador Eusebio Quiroz Paz Soldán, entre otros.
Como provenía de una familia de músicos, se sentía muy atraído por la misma apenas escuchaba una melodía se ponía a mover los pies, le gustaba mucho bailar sobre todo un boogie-woogie o una guaracha.
Integró junto a su hermano Víctor uno de los dúos más recordados de nuestra música arequipeña, el dúo de “Los hermanos Neves”, Víctor era la primera voz y guitarra y Ernesto hacía la segunda voz; ambos grabaron algunos temas que fueron inspiración de Víctor como: “La de los tunales”, “Quebradita de Chilina”, “El chaque´tripas”, “Caymeñita”, “Debajo de un limón verde”, “Serenata mistiana”, además de yaravíes como “Pues no pueden mis clamores” y “Amor infame”.
Es por eso que el recuerdo de don Ernesto debe quedar para siempre en el corazón de todos los arequipeños, porque él jamás buscó retribución económica o reconocimiento, su único propósito fue cantarle a su amado terruño, a su Arequipa adorada.
Uno de sus mayores recuerdos fue cuando cantaron frente al entonces joven Mario Vargas Llosa, quien se acercó para felicitarlos por preservar y cultivar nuestra música.
Este “viejo cantor del yaraví”, utilizando el término de una de las canciones de su hermano Víctor, partió al lado del creador el 1 de julio de 1985, sus restos descansan en el cementerio general de la Apacheta.
INFORMACION PROPORCIONADA POR LA SEÑORA TATIANA NEVES MURILLO, HIJA DEL DESTACADO PERSONAJE