Cultura

El asalto y toma de Arequipa

En el siguiente informe histórico recordaremos cuando Arequipa se levantó contra el gobierno de Ramón Castilla

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MANUEL TORRES CASTILLO

MANUEL TORRES CASTILLO
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El 31 de octubre de 1856, Arequipa se levantó en contra del gobierno de Ramón Castilla al no estar de acuerdo con la nueva Constitución aprobada por la convención nacional de 1855.

Después de muchos meses de enfrentamientos, Miguel de San Román, jefe de Estado Mayor de Castilla, decidió atacar y tomar por asalto la ciudad de Arequipa.

En la madrugada del 6 de marzo de 1858, los sitiadores se desplegaron muy cerca al antiguo panteón de Miraflores, las fuerzas locales encabezadas por el general Manuel Ignacio de Vivanco, empezaron a agruparse en las trincheras que días antes habían levantado.

Un grupo de 300 valerosos artesanos, liderados por Javier Sánchez instituyeron un batallón al que denominaron la “Columna de los Inmortales” y cuyo cuartel se ubicaba en lo que hoy es la calle Melgar. Al escuchar que la campana de San Pedro tocaba a rebato, inmediatamente se dividieron y se ubicaron en la torre del monasterio de Santa Rosa y en las trincheras edificadas en San Pedro, Santa Teresa y San Lázaro.

Las descargas de los fusiles y los estruendos de los cañonazos, fueron las señales del inminente peligro, los arequipeños decididos a ofrendar su vida, salieron a defender su tierra, dotados de armamentos viejos y palos.

Al promediar las 4 de la mañana, se inició el desigual enfrentamiento, la brava columna de los “Inmortales” luchó denodadamente, muchos de ellos sucumbieron. Después de casi 5 horas de resistencia, la primera trinchera fue tomada por el enemigo.

El siguiente lugar a tomar por Castilla fue el Malakof, uno de los más importantes parapetos y que era defendido por un grupo de “Inmortales” y por el joven poeta arequipeño, Benito Bonifaz, quien a través de sus versos incentivaba al pueblo a no ceder en su firme defensa:

“Compatriotas, corred a las trincheras a defender nuestra ciudad querida, si del tirano las falanges fieras la libertad amagan y la vida”.

LA BATALLA. Los arequipeños que se encontraban acantonados en el Malakof fueron atacados por una lluvia de proyectiles, los cadáveres yacían amontonados en el suelo, a pesar del horrible panorama, nadie retrocedió, los “Inmortales” estaban dispuestos a cumplir el juramento que días antes hicieron y que consistía en que la ciudad solo sería tomada, cuando el último de los defensores haya muerto.

Víctima del incesante ataque, cayó herido Bonifaz, una bala le atravesó la garganta, inmediatamente fue auxiliado y trasladado a su domicilio, ubicado en la calle San Francisco (actual local de la Biblioteca Regional Mario Vargas Llosa), a pesar de todo el esfuerzo de los médicos por salvarlo, el valeroso vate falleció el 7 de marzo, después de una dolorosa agonía.

Finalmente, luego de una ardua resistencia, el Malakof fue tomado por Castilla.

Posteriormente a estos lamentables sucesos, Castilla centró su ataque en los pobladores ubicados en las torres de los templos de Santa Rosa y Santa Marta. Los pocos arequipeños que aún quedaban con vida se defendieron con desesperación, según narra María Nieves y Bustamante, fueron tantos los cadáveres en el campo de batalla que fueron utilizados para levantar nuevas trincheras.

Los sobrevivientes atacaron a los enemigos desde la torre de Santa Rosa, Castilla en un acto de desesperación abrió un forado en una de las paredes del monasterio, provocando el pánico de las monjas, la tropa se apoderó de la torre y las bóvedas del recinto religioso.

Aún quedaba un último fortín de resistencia y era la trinchera de Santa Teresa, ahí se encontraba el valeroso Javier Sánchez, acompañado de un reducido número de “Inmortales”; al ver cómo los enemigos avanzaban, en un acto de heroísmo Sánchez salió de la trinchera y se les enfrentó, una lluvia de proyectiles cayeron muy cerca de él, nada parecía derrumbarlo, hasta que una descarga lo dejó exánime en el suelo.

LA ESCASEZ. Las municiones empezaron a escasear, pero aun así el pueblo arequipeño no se dio por vencido e hizo uso de las bayonetas y las culatas. Después de tan conmovedora resistencia, finalmente a las 11:30 de la mañana, los defensores fueron derrotados, pero cumplieron su promesa, todos ofrendaron sus valiosas vidas en defensa de su tierra.

El 12 de marzo, en un momento de ira y como acto de venganza, Ramón Castilla emitió un decreto en el que suprimió el departamento de Arequipa y la convirtió en provincia.

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Diario Viral

Redacción

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