Es noviembre y el cementerio tradicional de Paucarpata se llena de flores, música y de pequeñas misas. Desde las 7:00 horas decenas de familias y amigos llevan ofrendas a las tumbas de sus seres queridos. Las limpian, las pintan, rezan por sus almas, les acompañan un rato y hasta les hablan sobre cómo les va en la vida.
Felipe Vilca (81) es uno de las personas que apenas se despide de su familiar. Parado con una corona floral en mano, temblando por su avanzada edad y mirando fijamente la lápida de quien fue su hermana Luisa Vilca nos dice “era buena, muy trabajadora, costurera”. El 22 de julio de este año se despidió del mundo de los vivos a los 77 años por problemas en el corazón.
Del otro lado, con una radio y un paquete de gaseosa Kola Escocesa, dos hermanos de quien fue Sol María Pantigoso conversan como si ella estuviera a su lado. Toman la bebida que tanto le gustaba a la mayor de los Pantigoso y le dicen “No te hemos traído helado que te gusta pero si la gaseosa”. Algunos llegan desde otras regiones como Magna Montalvo, quien llegó desde Tacna para visitar a su abuela. La recuerda con cariño, dice que su alma fue tan grande que Dios le dio una larga vida. Casi llegó a los 100, partió a los 94.