Secocha se convirtió en tierra de nadie debido a la delincuencia y la prostitución que prolifera en el centro minero, ubicado en el distrito de Mariano Nicolás Valcárcel, provincia de Camaná. A esto se suma la denuncia de los dirigentes que aseguran que son amenazados tras anunciar la expulsión de ciudadanos extranjeros.
La representante de la Asociación de Pequeños Productores Mineros Artesanales y Contratistas Secocha Urasqui (Asppmacsu), Vania Bobadilla, declaró que temen por sus vidas porque están recibiendo mensajes y llamadas, donde inescrupulosos los intimidan diciéndoles que van a atentar contra ellos o sus familias sino dejan de realizar sus rondas vecinales.
Bobadilla aseguró que hasta la fecha ninguna persona atentó contra su persona ni de otros dirigentes y prefirieron no denunciar este hecho ante la comisaría de Urasqui porque saben que las autoridades no van a tomar medidas al respecto. Por ello, seguirán haciendo justicia por sus propias manos.
FALTA PERSONAL POLICIAL. Alrededor de cinco mil personas que viven en Secocha tienen miedo de ser víctimas de la delincuencia a causa de malhechores que los asaltan a mano armada o les roban sus pertenencias, sin miedo a consecuencia alguna.
Al respecto, la vocera Bobadilla indicó que en la dependencia policial de la jurisdicción solo trabajan cinco efectivos que no resultan suficientes para cubrir la demanda. Ante este panorama, contrataron personal de seguridad en la gaceta para que no permita el ingreso de personas que representen un peligro para la comunidad.
EXPULSAN A DELINCUENTES. Desde el 17 de diciembre del 2024 hasta la fecha, la población expulsó cerca de 16 personas, entre 6 extranjeros y 10 peruanos del centro minero porque fueron encontrados en flagrancia o no tenían arraigos honrados que justificara su permanencia.
Lamentablemente la expulsión de los foráneos aumenta la xenofobia a la zona porque algunas de esos ciudadanos tienen familias que no están vinculados a actividades ilícitas. Esto es ignorado por la población que solo busca estar tranquila en sus viviendas porque ya no confía a las autoridades, que hacen poco o nada para cambiar esta situación.