En su segundo día de mandato, José Jerí realizó su primera actividad oficial fuera de Palacio de Gobierno encabezando un megaoperativo en los penales de Lima. La acción, ejecutada en pleno estado de emergencia, generó opiniones divididas entre especialistas y exministros del Interior.
Mientras algunos calificaron la visita al penal de Ancón I como un gesto populista, el exjefe del INPE, Javier Llaque, destacó el valor simbólico de la presencia presidencial. “Estoy casi seguro que es la primera vez en la historia, por lo menos republicana, que un presidente se preocupa de las cárceles”, afirmó en diálogo con RPP.
Llaque recordó que, históricamente, los mandatarios evitaron ingresar a los penales debido a supersticiones. “Siempre en las cárceles hay mitos y leyendas... Pero venían los asesores y le decían: ‘Presidente, no vaya’. Porque si un presidente va, hay una maldición, va a terminar en la cárcel”, relató.
La ironía, apuntó, es que los últimos cinco presidentes del Perú —Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Castillo y Martín Vizcarra— sí terminaron presos, varios de ellos con sentencia firme.
Durante su recorrido por el penal de San Juan de Lurigancho, Jerí expresó su preocupación por las deficiencias en el control interno. “Nos ha llamado poderosamente la atención los niveles de control y de supervisión que internamente habían estado haciendo, que ha sido deficiente”, indicó. El mandatario anunció además la instalación de puestos temporales de acción rápida integrados por el Ejército, la Policía y el Serenazgo.
El ministro del Interior, Vicente Tiburcio, respaldó la ofensiva de seguridad del Ejecutivo. “No vamos a esperar que se dé un delito. Vamos a la ofensiva tras las personas que están delinquiendo”, señaló, destacando el uso de inteligencia policial y mapas del delito como ejes de la nueva estrategia.
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