El eco de la impotencia y la rabia se mezcla con la voz quebrada de un padre que solo busca justicia. Su hijo, un adolescente del colegio Gregorio Albarracín, fue asaltado por tres compañeros dentro de lo que debería ser un espacio seguro: su escuela. Dos de ellos ya confesaron el hecho, pero uno, el que habría robado el celular iPhone del menor, sigue sin ser ubicado por la Policía.
En diálogo con Radio Corporación Calizaya, el padre relató que los agresores admitieron su participación y que uno de ellos incluso entregó el arma que usaron durante el asalto, un arma falsa, una réplica de juguete. Sin embargo, el daño psicológico y la sensación de inseguridad son reales.
“Mi hijo tiene miedo de volver al colegio”, cuenta, con la voz contenida.
La investigación policial avanza mientras crece la preocupación entre los padres de familia. Lo que comenzó como un caso aislado, hoy enciende las alarmas sobre la violencia escolar y la falta de control en los entornos educativos.
El padre exige respuestas y medidas concretas: “No quiero venganza, quiero que esto no le pase a ningún otro niño”.
En un contexto donde la violencia entre escolares se multiplica y los valores se diluyen, este caso revela la urgencia de mirar más allá de las aulas.
Educar no solo es enseñar materias, sino formar personas capaces de convivir con respeto y empatía. Porque cuando el miedo entra a la escuela, toda la sociedad fracasa.