Angélica Cáceres, de 52 años, es viuda y tiene un hijo a quien se dedica con amor. Ella trabaja en servicio de limpieza desde los 18 años de edad, es una maestra de la salubridad, con su oficio transforma espacios abandonados y les da vitalidad e higiene. Pese a que su labor es ejemplar, para ella, el Día Internacional de la Mujer, de la madre y los días festivos son los más tristes porque recuerda a su madre.
¿Por qué decidió trabajar en el área de servicio de limpieza? Fue la necesidad que me obligó a trabajar, ya sea en atención del cliente y como limpieza. Soy muy eficiente, puedo dejar limpio cualquier espacio que parezca imposible de mejorar.
¿Cuáles eran sus sueños? Yo quería ser maestra de educación inicial. Siempre me gustaron los niños, pero no tenía el apoyo de mis padres para seguir estudiando.
¿Cómo distribuye su tiempo entre el trabajo y su papel como mamá? Me levanto a las 4 de la mañana para preparar el almuerzo para mi hijo, le dejo desayuno y llegó al colegio a cumplir con mis funciones, después llegó a casa a pasar tiempo con mi hijo, ahora más que nunca porque hace un año perdimos a su padre.
¿Cuál es el mayor reto presentado desde que tomó trabajos en este servicio? La humillación de las personas, siempre te miran por debajo o te culpan que algo se haya perdido.
¿Trabajar en limpieza le ha traído complicaciones en su salud? Sí, porque tengo contacto con los químicos, como la lejía, detergente me provocó que con el tiempo sufra de artritis y siento dolor en la espalda al agacharme para trapear. Por lo que debo hacerme chequeos debes en cuando.
¿Qué le gustaría cambiar de su trabajo? Que las personas sean más justas, equitativas, educadas y agradecidas.