Mientras arma una corona de colores blanco, morado y rosado para una clienta, Jeyly sonríe y recuerda cómo aprendió a hacerlas. Su madre y el Cristo Morado fueron su inspiración, para que ella emprenda en hacer ornamentos para embellecer la última morada de diferentes difuntos.
¿Estaba en tus planes este emprendimiento? La verdad no. Yo fracasé en varios negocios que tuve fe que iban a funcionar, luego ya un poco decepcionada no tenía planeado otro emprendimiento y es ahí cuando mi madre me dice que porque no hago coronas, y pues, me arriesgué.
Después de tantos fracasos, ¿qué es lo que te motivó a iniciar con esto? Mi madre y sobre todo el Señor de los Milagros. Yo soy muy creyente y sé que él está a mi lado, ve mis caídas y me ayuda a levantarme.
¿Cómo aprendiste? Me apoyé en familiares que conocían todo el proceso y también vi tutoriales en las redes (risas).
¿Qué te costó más? Los materiales. Es una inversión fuerte y no pensé que se necesitarían tantos materiales para cada detallito. No fue tan sencillo como pensé.
¿Cuánto tardas en hacer las coronas? Si tengo todo, pues media hora, pero ese todo implica hacerlo meses anteriores a octubre. Inicio desde febrero comprando los materiales y desde esa fecha empieza el armado, es decir, decorar los alambres, pegarlos, teñir las hojas de papel que luego serán flores y más detallitos. Si lo haces de un mes para otro no te sale a cuenta.
¿Cómo te fue al inicio en tus ventas? No pensé que vendería. Cuando incursioné hice pocas y me faltaron. Este año igual, me faltaron porque ahora la demanda aumentó y pues igual hice pocas, pero me sirve de lección para las siguientes fechas.
¿Todos los años vende en este lugar? Sí, desde octubre estoy con las otras señoras que venden también aquí en los exteriores del estadio Melgar.