Escribe: María Coaguila Torres
Carlos Calcín es conocido por su compromiso y paciencia en el aula. Supo equilibrar las responsabilidades de ser padre y profesor, superando las dificultades que la vida le presentó. Con tan solo 20 años, asumió la responsabilidad de formar una familia, enfrentando con valentía los desafíos que eso implicaba.
Hoy, Carlos es docente cesante y puede disfrutar un poco más con su esposa, que sostuvo el hogar con la venta de comida. Hoy sus hijos son profesionales exitosos, y se siente orgulloso de haber sido una influencia positiva en sus vidas. En esta entrevista, nos revela los momentos más significativos de su trayectoria y las enseñanzas que aprendió en el camino.
¿Cuántos años tenía cuando se convirtió en padre y qué emociones le invadieron? Tenía 20 años cuando me enteré que iba a ser padre. Lo primero que sentí fueron nervios por lo que me deparaba el futuro, pero decidí hacerme cargo de mi familia. Actualmente tengo tres hijos que ya son adultos, profesionales y han formado sus propias familias.
¿Cómo logró equilibrar su tiempo entre sus responsabilidades como profesor y como padre? Los primeros años trabajé a distancia de mi familia, en Puno. No podía estar con ellos todos los días; más bien, los veía una vez al mes debido a la distancia y la falta de transporte en 1985. En esa época, el pago mensual de un docente era muy bajo y no podía permitirme viajar semanalmente como se hace hoy. Era una situación difícil, pero aprendí a medir el tiempo y manejar la economía para poder cumplir con mis responsabilidades.
¿Cómo se sintió cuando tuvo que alejarse de su familia para ir a trabajar? Sentí una gran tristeza por no poder compartir momentos felices y difíciles con mi familia. Me perdí muchas reuniones de padres en el centro educativo, pero mi esposa asistía en mi lugar. Ella trabajaba de manera independiente, lo que le permitía estar presente en los eventos importantes de nuestros hijos.
¿Podría compartir algún momento memorable que haya vivido como padre? Recuerdo con especial cariño cuando mis hijos recibían diplomas en sus colegios. Me sentía inmensamente feliz y orgulloso de ellos, pues todo el esfuerzo valía la pena al verlos alcanzar sus metas. Ahora que mis hijos son adultos y tienen sus propias parejas, no los veo con tanta frecuencia. Por eso, tratamos de organizar almuerzos donde cocinamos juntos y disfrutamos en familia.
¿Alguno de sus hijos ha mostrado interés en seguir una carrera en la educación? Ninguno de mis hijos mostró vocación por la enseñanza. Eligieron carreras como Ingeniería y Derecho, aunque uno de ellos optó por la educación por necesidad más que por vocación.
¿Qué es lo más gratificante de ser padre y profesor al mismo tiempo? Como padre, aprendemos a acompañar y apoyar. Muchos profesores perdemos la paciencia en casa, algo que no sucede en el aula con los hijos ajenos. La mayor gratificación es ver a mis hijos felices y realizados, sabiendo que, a pesar de las dificultades, pude darles una buena educación y un ejemplo de perseverancia.
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