En las últimas horas, la situación política en Venezuela ha alcanzado un punto álgido, con manifestaciones masivas en las principales ciudades del país. Miles de ciudadanos han salido a las calles para expresar su descontento con el gobierno de Nicolás Maduro, a quien acusan de perpetuarse en el poder mediante prácticas antidemocráticas y fraudes electorales.
Diversos países y organismos multilaterales han condenado las acciones del gobierno venezolano, señalando la falta de transparencia, sobre todo, en el último proceso electoral y denunciando la represión violenta de las protestas ciudadanas. Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de América Latina mostraron su apoyo al pueblo venezolano exigiendo una transición pacífica hacia la democracia. Sin embargo, estas condenas internacionales han tenido un impacto limitado, ya que el gobierno de Maduro sigue contando con el respaldo de aliados clave como Rusia, China e Irán.
En su afán por mantenerse en el poder, Nicolás Maduro ha recurrido a una combinación de medidas que incluyen la militarización de las calles, la detención de opositores y el control absoluto sobre las instituciones del Estado. A pesar de las acusaciones de fraude, el gobierno no ha ofrecido una desmentida clara ni ha permitido auditorías independientes que puedan legitimar los resultados electorales. Esto ha profundizado la crisis de confianza en las instituciones venezolanas y ha exacerbado la polarización social.
Este viernes se tiene prevista una nueva toma de mando. Solo esperamos que la libertad triunfe y que la democracia se imponga sobre los intereses personales que no benefician a toda una nación.