La presidenta Dina Boluarte afronta un nuevo pedido de vacancia en el Congreso de la república. El principal argumento es la permanente incapacidad moral de la mandataria ante los últimos indicios de presunto enriquecimiento ilícito mediante el caso Rolex y la organización criminal que estaría liderada por su hermano Nicanor y que se dedicaría a obtener beneficios particulares a cambio de licitaciones en el aparato estatal.
Lamentablemente esta situación no ayuda a la estabilidad del país y por el contrario nos muestra a un Gobierno presa de presuntos actos de corrupción y sin la voluntad del caso para darles alguna solución. Tampoco ayuda el secretismo al interior del Ejecutivo pues, desde que aparecieron las denuncias más fuertes contra Dina Boluarte, han sido muy pocos los esfuerzos en dar muestras de transparencia ante la ciudadanía.
En la otra orilla, el panorama no es mejor pues tenemos a un Congreso donde se priorizan los intereses personales sobre las necesidades de la nación. Como agregado tenemos a un presidente de Legislativo que no declara a los medios casi desde que inició su gestión en julio del año pasado. La preocupación crece pues en caso de proceder una eventual vacancia, el titular del parlamento, Alejandro Soto, asumiría la posta como jefe de Estado y ya hemos visto que su desempeño no está a la altura de lo que requiere el país.
Así nos agarra la vacancia que se impulsa en el Congreso contra Dina Boluarte. Muchos dicen que al final se trata de mero show pues no se alcanzarán los votos del caso para sacar del cargo a la mandataria. Con ello se sigue demostrando también la fragilidad del Ejecutivo. Ojalá podamos hallar el rumbo, de lo contrario la crisis se agravará sin dar posibilidad de levantarse.