El flaco Andrés ha tenido un día complicado, como casi todos nosotros. Ha logrado subir al bus lleno de gente, después de esperar un rato. El humor de la gente y el cansancio de ellos se le impregna en la ropa. No ve las horas de estar en su casa, comer e irse a dormir a descansar.
Justo cuando se va a dormir y quiere tener un descanso pleno, él solito comienza a jugar en contra. Es que Andrés tiene tres hábitos perniciosos, que van a impedir, hacer lo que desea, descansar y reparar energías para el día siguiente.
1.- Come con ansias y mucho, a veces cena muy tarde, entonces el cuerpo se dedica a digerir en vez de estar descansando y reparando energías.
2.- Antes de poner a cargar su celular mira la pantalla azul, el color engaña al cerebro y le hace creer que es de día e inhibe la producción de la melatonina y el sueño se le escapa y comienza a dar vueltas como pollo a la brasa, sin poder conciliar el sueño.
3.- Andrés se acuerda que tiene que enviar un WhatsApp y se queda unos minutos revisando trabajos y redes sociales. Eso, hace que su mente se activa y siga resolviendo situaciones, en vez de desconectarse y tener un buen descanso.
A estos hábitos se suma otro detalle que parece inofensivo, pero no lo es: el Flaco Andrés duerme con el celular muy cerca, casi al alcance de la mano, sobre la mesa de noche. Aunque no lo esté usando, el solo hecho de tenerlo ahí mantiene al cerebro en estado de alerta, como si algo importante pudiera ocurrir en cualquier momento. El descanso, entonces, deja de ser profundo; se vuelve fragmentado, liviano, insuficiente. El cuerpo no logra entrar del todo en ese silencio reparador que necesita.
Estos malos hábitos no solo le roban horas de sueño, también deterioran la calidad del descanso. Dormir mal afecta la memoria, el estado de ánimo, la concentración y hasta la salud emocional. Al día siguiente, Andrés se levanta cansado, irritable, con la sensación de no haber dormido nada, y el círculo se repite. Dormir no siempre es descansar, y descansar exige, a veces, decisiones pequeñas pero conscientes: cenar con calma, apagar pantallas a tiempo, dejar el celular lejos y permitir que la noche vuelva a ser noche.
El flaco Andrés tiene que romper estos hábitos si quiere regalarle a su cuerpo y a su mente lo que más reclaman en silencio: noches verdaderamente reparadoras.