En poco más de 24 horas, se reportaron dos nuevos casos de feminicidio que evidencian la persistente violencia contra las mujeres en la región. El primero estremeció a Chiguata: el cuerpo de Carla Chiguay Quispe, de 24 años y con cuatro meses de gestación, fue hallado dentro de un costal a un lado de la vía. Todo apuntaría a que su pareja, actualmente no habido, sería el principal sospechoso. El segundo caso ocurrió en el sector de Apiaar, en el Cono Norte de Arequipa. Una escolar encontró los cadáveres de sus padres en su vivienda. No se descarta que su progenitor acabara con la vida de la madre para después suicidarse.
Ante estos lamentables hechos, no basta con detener a los presuntos responsables; es necesario que las autoridades actúen con celeridad para esclarecer los hechos, sancionar a los culpables y garantizar justicia para las víctimas y sus familias. La impunidad solo perpetúa el ciclo de violencia. El Ministerio Público, la Policía Nacional y el Poder Judicial deben coordinar acciones inmediatas y efectivas, priorizando estos casos con el rigor que ameritan.
A esto debemos sumar lo ocurrido con la muerte de una cobradora en un accidente de tránsito. Al parecer, la excesiva velocidad fue la causante del siniestro que enlutó a una familia y que demanda investigaciones sobre la informalidad en la cual se sumergen algunos de los miembros de empresas del servicio del transporte urbano.
Las muertes que cierran esta semana no solo enlutaron a la ciudad. Deben servir para que nuestras autoridades hagan su trabajo y se identifiquen a los culpables que arrebataron vidas que tenían mucho futuro por delante.