Cada 2 de mayo se conmemora el Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar; esta fecha nos debe llevar a reflexionar sobre un problema muchas veces silencioso, pero que afecta a millones de niños y jóvenes en todo el mundo. En nuestro país, la situación es muy preocupante. Según datos reportados por el Sistema Especializado en Reporte de Casos sobre Violencia Escolar (Siseve) del Ministerio de Educación, solo entre el año 2023 y el primer trimestre del 2024 se ha tomado conocimiento de al menos 20 604 denuncias a nivel nacional. Solo en el año 2024, las denuncias llegan a los 798 casos reportados de acoso escolar o bullying, estamos hablando de un promedio de 7 denuncias de acoso sexual por día (y esto que no se visibiliza la situación de las zonas más alejadas y casi siempre olvidadas: sierra y selva, mundo rural).
Estas cifras deben llamar la atención acerca de la importancia de crear conciencia sobre el bullying, tanto en el ámbito educativo como en la sociedad en general. Es crucial entender que el bullying no es simplemente “cosas de niños” o una parte inevitable del crecimiento, sino un problema serio que tiene consecuencias devastadoras para la salud mental y emocional de los menores. En ese sentido, la prevención es fundamental para abordar el bullying de manera efectiva. Esto implica educar a estudiantes, padres, maestros y personal escolar sobre la manera de identificar el acoso, la forma de intervenir adecuadamente y la mejor forma de crear un entorno escolar seguro y solidario donde el bullying no sea tolerado.
Parte de dichas medidas preventivas pasan por fomentar la empatía y la inclusión desde una edad temprana. Los programas escolares que promueven la aceptación de la diversidad, el respeto mutuo y la comprensión contribuyen significativamente a crear un entorno escolar más positivo y seguro para todos y todas. También es necesario entender que este no es solo un problema entre el menor abusado y su abusador, todos tenemos un papel que desempeñar en la lucha contra el bullying, ya sea como padres, educadores, compañeros de clase o miembros de la comunidad. Es importante asumir la responsabilidad de intervenir cuando presenciamos o tenemos conocimiento de casos de acoso escolar y tomar medidas concretas para detenerlo.
No hay mejor forma de luchar contra este problema que denunciado los casos y no hacernos de “la vista gorda”; entender que, si bien es cierto, todos y todas somos diferentes, necesitamos y merecemos el mismo trato y respeto, sin ningún tipo de diferencia. No podemos ni debemos ser tolerantes con los intolerantes, es momento de ir formando una mejor sociedad, desde la niñez.