Se asegura que un dominio proveniente de la inteligencia artificial está en proceso, señalando incluso fechas de inicio de su reinado. Se habla de sustituir los razonamientos humanos por instrucciones previamente programadas en cerebros confeccionados con piezas electrónicas. Máquinas “razonando” en busca de autonomía y “voluntad” independiente. “Pensando” en lugar de las personas. Es decir, lo visto en Terminator con Arnold Schwarzenegger sería realidad.
Pero la inteligencia artificial, por intermedio de la robótica, controla líneas productivas en fábricas y operaciones mineras. Hace predicciones sociales, económicas y políticas usando cifras históricas acumuladas y curvas de desarrollo. Los algoritmos (instrucciones para determinados fines) sirven en las redes sociales alimentando contenidos convenientemente estructurados para ejercer poder sobre los usuarios. Se dice que en pocos años estará presente en los hogares siendo parte de la alimentación, crianza de hijos, cuidados médicos, administrando ocios, haciéndose responsable de las cuentas y mascotas. La ficción superando a la realidad.
Por las comunicaciones virtuales, de altísimo consumo, el intento de dominio planetario dará el gran salto. Por los algoritmos, la información es dosificada, destinada a inducir a las personas hacia comportamientos serviles. Dignidad, individualidad, personalidad, carácter, voluntad, motivos, deseos y más desaparecerán con un “me gusta”. Días atrás, el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, fue obligado por el Congreso norteamericano a pedir perdón por los daños ocasionados por los contenidos de su red. Más adelante, las máquinas con voluntad propia no pedirán perdón por nada.
Aun cuando todo suena a ficción, el avance de esa inteligencia electrónica es real. Más adelante, las instrucciones instaladas en las máquinas por sus creadores quedarán obsoletas. La posibilidad de una inteligencia programada programándose por sí misma, sería infinita. Máquinas desarrollando su propia discrecionalidad hasta hacer los que les venga en gana. Todo esto por una inventiva que no tendría por qué tener límites. No obstante, se volverá esclavo por la búsqueda incesante de aparatos facilitando su vida, dependiente de un poder que no imagina. Consecuencia además de la medianía de la gente y su desidia, ociosidad, indisciplina y ausencia de motivos. Esas cualidades perdidas de la raza humana, ¿las tendrán esas máquinas por ahora solo vistas en películas?