El asesinato del candidato ecuatoriano Fernando Villavicencio ha conmocionado a la comunidad internacional. Los niveles de inseguridad y amenazas del crimen organizado nunca dejan de dejar un sello de tragedia en nosotros a pesar de encontrarnos a miles de kilómetros de distancia.
Aún se investigan las causas que llevaron a que sicarios acabaran con la vida del candidato ecuatoriano que figuraba en los primeros lugares de los sondeos. Sin embargo los medios del país del norte indicaron que Villavicencio era conocido por liderar la lucha contra el narcotráfico y denunciar los hechos irregulares vinculados con este flagelo que afecta a toda la sociedad.
En Perú no estamos ajenos a esta realidad. El narcotráfico aliado con remanentes terroristas insiste en asentar su actividad en el Vraem y en zonas alejadas de la mano del Estado. La muerte del candidato ecuatoriano debe servir para llamarnos la atención sobre la necesidad de acabar con estos sectores que solo dañan a la sociedad en general.
Aunque no hay una respuesta clara sobre la muerte de Villavicencio, los indicios apuntan a una venganza. Solo así se explicaría la crueldad de asestarle varios disparos a un personaje público a vista y paciencia de todos. En nuestros recuerdos también figura lo ocurrido durante la época del terrorismo cuando los asesinatos eran pan de cada día y seguían enlutando al Perú.
Si queremos evitar que se repitan tragedias como la ocurrida con el candidato presidencial en Ecuador debemos unir esfuerzos todos. Tenemos que combatir contra la delincuencia, contra el narcotráfico, contra el terrorismo, contra la corrupción y todos los males que llevan a que malas personas conformen grupos criminales. Nuestro Perú no debe volver a épocas oscuras como las que atraviesa el país ecuatoriano.