En el Perú tenemos dos sectores productivos importantes: agricultura y minería. ¿Los enfrentamientos cíclicos en el valle de Tambo, entre Southern y los pobladores, podrían terminar? La respuesta es complicada por varios factores:
1.- Existe una animadversión crónica de los pobladores a la empresa, que no se puede revertir por arte de magia.
2.- La dirigencia de los agricultores carece de un liderazgo propio, que exprese su problemática y que proponga a la minera respaldo, por ejemplo, en tecnología moderna, para la industrialización de sus productos principales y su ingreso al rubro de la agroexportación.
3.- La precariedad de propuestas de la empresa, paralela a la imposición, resquebrajan las sinergias y los intentos de reconciliación; razón por la que el camino para ejecutar el proyecto “Tía María”, encuentra serios vericuetos.
4.- El agua, por ser un elemento vital para la vida humana, de animales y plantas, origina luchas constantes. Todos queremos tenerla pura, cristalina y en cantidad suficiente. No se ha insistido en los compromisos de construcción de una represa que satisfaga las exigencias hídricas de los agricultores.
5.- La empresa, aún no encuentra al interlocutor que haga empatía con los agricultores de la zona. Expertos opinan que el presidente ejecutivo de la compañía, debería abstenerse de participar directamente en el problema; sencillamente porque los radicalismos de un lado y otro, no ayudan en la solución de estos conflictos.
6.- El gobierno central, siempre ausente cuando las “papas queman”. El ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, no es santo de los agricultores; tampoco el ministro de Agricultura, Ángel Manero, quien mantiene perfil bajo en este tema. El domingo 27 llegó, habló solo de Majes Siguas y se marchó. La suma de estos considerandos no posibilita que el binomio: agricultura y minería, sean socios estratégicos para el desarrollo integral de nuestra región.