La reciente suspensión de la regidora Rocío Mango por 30 días, aprobada por mayoría en el concejo municipal de Arequipa, ha generado un intenso debate sobre la transparencia y la equidad en la toma de decisiones dentro de este órgano. Según se argumentó, la regidora habría dañado la imagen del municipio y del alcalde Víctor Hugo Rivera con declaraciones que, supuestamente, no se ajustaban a la verdad. Sin embargo, su defensa ha señalado irregularidades en el proceso, incluyendo la falta de un debido proceso y la invalidez del reglamento interno utilizado como base para la sanción.
Resulta llamativo —por no decir indignante— que el concejo haya actuado con tanta premura y severidad frente a una regidora cuya labor de fiscalización ha sido constante, pero que guarde un silencio casi absoluto frente a las expresiones ofensivas y misóginas del propio alcalde, quien presuntamente no dudó en tildar de “burras” a las regidoras que votaron a favor de su vacancia. ¿Dónde está la indignación del resto de los concejales ante semejante muestra de irrespeto? ¿Dónde están los comunicados de rechazo, los pedidos de disculpas públicas o las mociones de censura?
Si el Concejo pretende defender la institucionalidad, debe hacerlo con coherencia. No puede haber rapidez para sancionar a una regidora crítica y, al mismo tiempo, permisividad frente a un alcalde que degrada la función pública con insultos y descalificaciones desde sus redes sociales.
Es momento de reflexionar sobre el rol del concejo municipal como garante de la democracia y la justicia en nuestra ciudad. ¿Por qué se actúa con tanta celeridad y severidad contra una regidora, mientras se ignoran actitudes que claramente dañan la imagen institucional y fomentan la violencia política? La ciudadanía arequipeña no es ingenua. Observa, cuestiona y merece autoridades que se conduzcan con principios, no con cálculos políticos. Si el concejo municipal pretende recuperar algo de credibilidad, deberá empezar por aplicar el mismo estándar de exigencia tanto a los regidores como al propio alcalde.