Hace unos meses en una visita a una escuela con nuestros “Libros viajeros” se me acercó una niña de 6 años con una enorme sonrisa en su cara, un libro de la granja en una mano y unos juguetes de la vaca, el toro y el becerro en la otra, tomó aire y con una gran admiración me gritó “ya sé que la vaca da más de 20 litros de leche al día”
Esta es una de las razones porque los mediadores de lectura nos dedicamos a esta maravillosa labor que nos permite ser puente entre los libros y los lectores, además, brindamos acceso a una gran diversidad de contenidos, autores, historias, realidades, culturas y vivencias.
La construcción del lector es un camino sinuoso y amoroso donde el mediador también fomenta el gusto por la lectura, promueve el derecho a leer por placer y consolida el hábito lector para que este adquieran su autonomía.
El mediador está atento a las necesidades de los lectores, se involucrarse de manera significativa con todo su entorno, contribuye en la creación de vínculos afectivos entre los niños y sus familias en el proceso de fomento del hábito lector.
Implementa estrategias que promueven la lectura, acceder a la diversidad de lectura en soportes digitales o físicos, aplica criterios de selección de lecturas y ayuda a los lectores en el proceso de análisis descubriendo necesidades ocultas o posibilidades y también a tomar decisiones informadas. Ser mediador es una gran y mágica responsabilidad.
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