Lo ocurrido con la emboscada narcoterrorista en el Vraem debe hacernos reflexionar sobre los niveles de violencia que cada vez alcanzan niveles de crueldad que deben ser frenados por el Gobierno porque se salieron del control de las fuerzas del orden. Sino como se explica que los atacantes después de acribillar a nuestros policías, tuvieron tiempo de asegurarse que estaban muertos disparándoles balazos en la sien. La extrema crueldad de los asesinos también se ensañó con la mascota del grupo policial que fue víctima de delincuentes que no quieren ser vigilados.
La problemática del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vreaem) no es de ahora. Lamentablemente esta zona se convirtió en tierra de nadie donde cada cierto tiempo tenemos noticias de emboscadas contra agentes policiales con saldos lamentables de muertos y heridos.
El Vraem parece ser tomado por asesinos de nuestros hombres que imponen el orden y urge que el Estado los ayuden. Este problema no ha sido controlado por sucesivos gobiernos y ahí vemos los resultados, policías muertos.
Hay poca capacidad de reactivación legal para este lugar y una alianza muy peligrosa frente a la labor del Estado: narcotraficantes y remanentes terroristas son parte de un coctel explosivo que resulta peligroso para los intereses del país.
Si nuestros gobernantes no hacen algo más que seguir enviando destacamentos policiales, entonces la batalla estará perdida. Se necesitan estrategias más concretas para evitar el avance de los narcoterroristas que amenazan con ser la ley y el orden en estas localidades tan alejadas de la mano institucional del Estado.
Nuestra sociedad no debe tolerar más muertes. Nuestras autoridades deben reaccionar antes que más policías o población en general siga atacada por narcotraficantes y terroristas. Esperemos que no hayan más muertes.