Iniciamos la primera semana del nuevo año, comenzamos un nuevo tiempo de orden, después del desorden, caos, desolación y muerte dejados por la pandemia, que acrecentó la crisis que nuestro país padece hace varios años.
Es el tiempo de la espiritualidad y sabiduría, afirman quienes creen en el significado cualitativo y “oculto” de los números, que a decir de Pitágoras influencian en la vida humana, los líderes de opinión creen que la calma que vivimos en este momento, puede ser efímera si en un país convulso y fraccionado como el nuestro, el Estado y sector empresarial no accionan rápidamente.
Sabemos que la población perdió la confianza en sus autoridades y nuestra imperfecta democracia, el bienestar logrado en el pasado, no alcanzó a todos los peruanos, las diferencias entre los privilegiados y los postergados son vastas y profundas, hay una clase política terca y miope, que se niega a emprender el cambio que necesitamos para contar con un Estado que atiende a su nación y se acerca a todos.
No obstante, y a pesar que reconocemos que este escenario social de calma, es breve y temporal; apostamos una vez más, a mirar la oportunidad que tienen los alcaldes y gobernadores, para gestionar los recursos públicos atendiendo las necesidades de la población. Es un nuevo periodo.
La tarea es colectiva, los medios de comunicación deberían revelar las demandas ciudadanas, dar voz a quienes eternamente están silenciados, construir puentes entre gobernados y gobernantes y promover espacios de diálogo y consenso, lejos del cuestionamiento permanente de la gestión pública sobre la base de rumores y suspicacias.
La población debería organizarse para ejercer su derecho y cumplir con su responsabilidad de vigilancia ciudadana a partir de los espacios locales y regionales legalmente creados, para participar en la gestión de los recursos públicos.
Es una nueva oportunidad para recomponer los colectivos de académicos, empresarios, políticos y ciudadanos que acompañen, aporten y se involucren en la gestión de los políticos elegidos. Arequipa fue referente de un liderazgo regional, capaz de integrar las demandas ciudadanas con los políticos y grupos empresariales.
Esta es la nueva oportunidad que tenemos para revertir la reputación que heredamos de nuestras salientes autoridades, y marcar la pauta a quienes empiezan, y no olviden que gobiernan la segunda región más importante del país, y aún ostenta llamarse el león del sur. Renovemos esperanzas.