Dina Boluarte se presentó ayer ante la Fiscalía. A tenor de sus declaraciones y de sus pintorescos abogados, todo parecería indicar que con dicha presentación ella le ha hecho un regalo al país, ha sido una especie de favor que le hace a la sociedad. No es así. Acudir al vergonzoso llamado de la Fiscalía es consecuencia de una investigación que viene haciendo la Fiscalía por abandono de cargo, por no ser consciente de que dicho abandono podría tener consecuencias funestas para el país.
Desde un principio ha habido una serie de marchas y contramarchas en las declaraciones del gobierno (seguramente algunos pensarán que esto es un eufemismo), las mismas que hasta han generado burlas por el nivel penoso de ellas. Desde las que dicen que un periodo bajo los efectos de la anestesia es similar a un periodo de sueño, hasta el que dice que como en la Constitución no se exige que un presidente informe si se va a operar pues no tiene la obligación de hacerlo.
A ese nivel hemos descendido estimados lectores. Al de la burla, al del desprecio desde el Ejecutivo por la inteligencia de los ciudadanos. Como es obvio, y ya lo he dicho en otras oportunidades, todo esto es posible por la complicidad existente entre el Congreso de la República y el poder Ejecutivo. En una democracia normal, el contrapeso de los dos poderes mencionados generaría una saludable tensión proveniente del control político. En nuestro país no pasa absolutamente nada. Basta con que los ministros repartan maíz, migajas, alfalfa, como dicen en México, entre algunos políticos para que estos se olviden de sus funciones constitucionales. No hay en absoluto vocación de oposición. Los resultados saltan a la vista.
Pero el problema no es sólo político. También está involucrada la sociedad civil, en especial cierto sector del empresariado. En su afán de vender un poquito más, de tener un poco más de clientes, soportan la inmoralidad del gobierno, ignorando que así sus negocios no serán sostenibles. Ignoran lo sucedido en Venezuela en donde Hugo Chávez igual se hizo admirar por pequeñeces que arrojaba a los empresarios, que lo consentían y aplaudían. Miren en lo que se ha convertido Venezuela. Es que nuestro sector empresarial no entiende algo que está resuelto desde los tiempos de Platón y Aristóteles, que un régimen inmoral solo puede conducir al desastre y eso es lo que está pasando en el país.
Ingresamos a la tercera semana del año 2025 y seguimos en caída libre.
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