En las últimas horas la presidenta Dina Boluarte ha salido de manera constante ante los medios de comunicación tratando de invocar a la calma. Esto luego de las diversas protestas que han llegado a límites drásticos en todo el país. Saqueos y agresiones se están convirtiendo en una constante de las manifestaciones que inicialmente apuntaban a pedir el adelanto de elecciones y la renuncia presidencial.
En estas circunstancias, resulta dramático que recién se tengan pronunciamientos constantes desde el Ejecutivo cuando ya nos acercamos a la decena de muertos durante las protestas. Se acordó declarar estado de emergencia en algunas regiones como Apurímac y Arequipa, pero esto no resulta suficiente, pues las manifestaciones avanzan y amenazan con crear un estado anárquico.
De otro lado, se tiene al vacado Pedro Castillo que sigue pronunciándose desde la cárcel. Sus declaraciones, en lugar de ayudar a buscar un clima de consenso, lo que hacen es encender más la pradera, ya que sigue denominándose presidente, le exige a Dina Boluarte que renuncie y encima la responsabiliza por las víctimas de las protestas. Habría que recordarle al exmandatario que parte de la responsabilidad de la crisis es suya, pues nunca logró consensuar con los integrantes del Legislativo y conseguir un gobierno con el respaldo de todos los peruanos.
Al parecer, los enfrentamientos entre Congreso y el gobierno no culminan y las reacciones siguen siendo tardías. Ya se alista la interpelación contra el ministro del Interior, César Cervantes, por los hechos vinculados a las protestas en todo el país.
En medio de ello está la población que solamente quiere justicia; sin embargo, en algunos sectores, están tomando el camino equivocado al pensar que todo se puede resolver con violencia. Esperemos que las aguas puedan calmarse y así buscar una mejor solución al problema llamado Perú.