En las últimas horas de diferentes partes del país se anuncia el viaje de delegaciones para participar en jornadas de protesta contra el gobierno de Dina Boluarte. La consigna es generar la mayor cantidad de presión para obtener los pedidos impulsados en las manifestaciones de las últimas semanas: la renuncia de la mandataria y la convocatoria inmediata a nuevas elecciones.
Si vemos el escenario presentado en provincias anteriormente, el pronóstico no es muy alentador. Aunque esperamos equivocarnos, si es que nuestras autoridades no toman medidas urgentes se podrían incrementar las cifras de heridos y fallecidos que dejaron los enfrentamientos entre quienes impulsan las protestas y miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales.
Bajo esta premisa, la necesidad de diálogo se hace urgente pues se trata de la herramienta principal para evitar que haya más derramamiento de sangre. En medio de ello, la situación del país se mas que lamentable pues no parece existir una solución a la vista para lograr que nuestro país se estabilice.
El derecho a la protesta es algo inherente al ser humano pues no siempre vamos a coincidir en la misma forma de pensar y por lo tanto siempre habrán desacuerdos y cuestionamientos. Sin embargo, el problema viene cuando este derecho pasa por encima de todo y afecta a quienes buscan simplemente obtener ingresos para subsistir o que no están de acuerdo con la causa de las protestas.
Esperemos que este escenario no se presente en los próximos días y que no estemos lamentando que la capital de la república se convierta en un polvorín. El reloj sigue avanzando sin misericordia y si es que no se hace algo pronto, la situación puede explotar en la cara del país dejando más daños irreparables.