En menos de seis años el país fue mal dirigido por seis presidentes, una clara evidencia que la crisis política es a causa de priorizar intereses propios de los políticos. Nos referimos a Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra, Manuel Merino, Francisco Sagasti, Pedro Castillo y Dina Boluarte.
Esta cifra solo es una pequeña muestra de la precariedad de nuestro sistema politico. Lamentablemente un fenómeno de este tipo repercute sobremanera en otros sectores productivos del país. Al no garantizar la estabilidad necesaria en los diferentes estamentos del Gobierno, resulta más que difícil atraer inversiones del exterior, propiciar la generación de empleos y garantizar el desarrollo del Perú.
Así recibe el país la víspera de su 202.º aniversario. Ni siquiera la actual presidenta las tiene todas consigo. Si consideramos que, casi desde el inicio de su gestión, tuvo que afrontar el descontento manifiesto de varios sectores, ni los más optimistas tienen el cien por ciento de certeza que podrá acabar su período.
Nuestro país necesita más que nunca la estabilidad. Esto también comprende a otros estamentos del Estado. Tenemos a un Congreso con un reciente cambio de mesa directiva y un Poder Judicial que todavía se esfuerza en combatir contra la sobrecarga de expedientes. El compromiso debe ser de todos para sacar adelante al Perú.
Esperemos que nunca más se repita el fenómeno que hemos apreciado durante el último lustro. No puede ser que tengamos a tantas cabezas sucesivas al mando de nuestro alicaído país.
Más que sucesivos gobiernos, necesitamos el aporte de políticas sostenidas en el tiempo para ayudar a todos los sectores y, sobre todo, a los menos favorecidos. Así tendremos una verdadera independencia en todos nosotros.
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