Los resultados mostrados por la evaluación Serums, donde más de la mitad de postulantes resultaron desaprobados, deben ocasionar que nuestras autoridades pongan las barbas en remojo. Sobre todo se debe tener en cuenta que se trata de profesionales a cargo de la atención en salud, uno de los pilares importantes para el desarrollo de cualquier país.
Que los profesionales a cargo de la vida de pacientes no obtengan una puntuación positiva, nos demuestra que la calidad de la formación académica está muy por debajo de los estándares de otros países. A la larga, que los responsables del cuidado de vidas humanas no estén debidamente calificados puede ser un riesgo para la salud.
Llegar a esta situación se deriva de diversos factores. Entre los más próximos se tiene la enseñanza virtual producto de la pandemia. Obviamente, la formación no se dio de la misma manera en ese lapso de dos años donde no hubo presencia en las aulas. A esto debemos agregar la precariedad del sistema educativo, donde varias universidades no pasaron por la acreditación del caso y se pudo comprobar que formaban con calidad.
De igual forma, tenemos el hecho que la máxima nota haya sido 15.4. Está difícil llegar a estándares más altos y ello contribuye a que existan más dudas sobre la idoneidad de nuestro sistema sanitario.
Si a esto le sumamos la resistencia de instituciones académicas en participar en otras evaluaciones como la prueba nacional de medicina, tendremos a formadores de profesionales de la salud que no tienen las suficientes herramientas para ayudar al país. Hace falta pensar en mejoras urgentes para que la salud del país no siga agonizando.