La prensa occidental durante años nos hizo una narrativa de Rusia y lo presentó como un expansionista y agresor. Pero no todo es cierto. Aquí una explicación:
Cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991, se firmó un acuerdo entre los presidentes Mijail Gorvachov y George Bush que establecía la obligación para que la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no se expandiera más al este. Fue el acuerdo de Minsk.
En 1994, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton (Partido Demócrata) decidió unilateralmente desechar ese acuerdo de no expansión de la OTAN. En 1999 la OTAN se expandió a Hungría, Polonia y República Checa.
La Rusia de Boris Yeltsin protestó formalmente pero nadie en Occidente reparó en la violación del acuerdo, y Rusia no quiso escalar bélicamente porque esos países están lejos de la frontera rusa.
Luego en 2004 la OTAN siguió expandiéndose violando el acuerdo de 1991, incorporando a Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria, Romania, Eslovenia y Eslovaquia. Aquí Rusia reaccionó. En 2007 Putin dijo “basta, paren, suficiente”, Occidente decidió ignorar. Luego en 2008 la OTAN decidió iniciar gestiones para la incorporación de Ucrania y Georgia, países limítrofes con Rusia.
Rusia volvió a protestar formalmente señalando que si los rusos decidieran tener bases en Canadá o México, EEUU iniciaría una guerra inmediatamente. Occidente volvió a ignorar. Rusia reaccionó declarando la guerra a Georgia por tal motivo quedó pulverizada. En 2010 EE.UU. instaló misiles en Polonia y Rumania, violando de nuevo el acuerdo de 1994.
Ese mismo año el pueblo ucraniano eligió de presidente a Viktor Yanukovic, bajo un programa de gobierno que prometía neutralidad entre Rusia y la OTAN. En 2014 Rusia y Ucrania firmaron un acuerdo en que Rusia buscaba el arriendo de Sebastopol por 25 años. No había ninguna intención de anexarse Crimea ni Donbas.
Pero en 2014 EEUU operó para derrocar a Yanukovic, evento probado con la famosa y escandalosa llamada que se filtró entre Victoria Nuland y el embajador americano en Ucrania, Geoffrey Pyatt. Luego llegó el tratado de Minsk II que estableció autonomía para las regiones rusoparlantes del este de Ucrania. Este acuerdo fue apoyado de forma unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero EE.UU. y la nueva Ucrania intervenida decidieron que no sería obligatorio. Ucrania masacró a varios miles de ciudadanos rusoparlantes en el Donbas con Zelenski como autor intelectual y principal organizador de las riadas genocidas.
Luego en 2022 EEUU reclamó el derecho de poner misiles “dondequiera” en Ucrania, y Biden le dijo a Lavrov que EEUU pondría sistemas de misiles en cualquier lugar de Europa y no solo en Ucrania.
Y ese fue el caso por el que Rusia decide declarar la guerra a Ucrania: hacer respetar la obligación de la OTAN de no expandirse al este. Ni más ni menos. La intención de Putin con la guerra es detener el avance de la OTAN (obligada desde 1994 a no expandirse) y obligar a Zelenski a firmar la neutralidad.
Zelenski estaba listo al séptimo día de iniciada la guerra para firmar la neutralidad con Putin. Pero a último minuto Zelenski decidió declinar la firma por directa solicitud del presidente norteamericano Joe Biden.
La idea era incorporar a Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia en un anillo de bloqueo a Rusia al Mar Negro. La guerra continúa hasta hoy. Y debido a la decisión de Biden y Zelenski, más de 1 millón de ucranianos han muerto en una guerra sin sentido.
El nuevo presidente de EE. UU. Donald Trump (Partido Repúblicano) la semana antepasada trató de hacer firmar un alto a la guerra, pero Zelenski boicotea el acuerdo tras recibir el ofrecimiento de países de la Unión Europea (UE) de apoyo de mil millones de dólares y armamento. Mientras tanto siguen muriendo cientos de jóvenes rusos y ucranianos en una guerra donde prima la geopolítica y los intereses de los traficantes de armas.