El alcalde provincial de Arequipa ha anunciado una nueva medida para reducir el tráfico en el centro histórico: restringir la circulación de vehículos según el último dígito de la placa (par e impar). Sin embargo, esta decisión no solo es impopular, sino que ignora los errores del pasado. En 2015, bajo la Ordenanza Municipal n.º 927, se intentó la misma estrategia, y los resultados fueron desastrosos: congestión en calles alternas, proliferación del transporte informal y un transporte público insuficiente para absorber la demanda. ¿Por qué insistir en una fórmula que ya fracasó?
El problema del tráfico en Arequipa no radica en la cantidad de vehículos privados, sino en la falta de un sistema de transporte público eficiente y ordenado. Si se restringe la circulación sin mejorar alternativas viables, los ciudadanos solo sufrirán más demoras y mayor desorden. En 2015, muchos usuarios recurrieron a taxis colectivos y vehículos informales, lo que aumentó la inseguridad y la contaminación. Es ingenuo pensar que ahora será diferente sin cambios estructurales en la movilidad urbana.
En lugar de medidas parche como el plaqueo, la municipalidad debería apostar por soluciones sostenibles. Primero, es urgente implementar un sistema de transporte público moderno, con buses cómodos, puntuales y rutas bien planificadas. Segundo, se debe reforzar el uso de estacionamientos disuasorios fuera del centro, donde los conductores puedan dejar sus autos y acceder a transporte eficiente hacia la ciudad. Tercero, hay que incentivar el uso de bicicletas y mejorar la infraestructura peatonal.
El tráfico en Arequipa no se resolverá con restricciones improvisadas. Se necesita una visión integral que garantice movilidad para todos sin afectar la economía y calidad de vida de los ciudadanos. Es momento de aprender del pasado y construir un futuro con soluciones reales.