En las últimas horas el mundo se vio conmocionado por dos noticias lamentables. Primero, por el reporte grave del estado de salud del papa emérito Benedicto XVI. En segundo lugar, la muerte del astro del fútbol brasilero, Edson Arantes do Nascimento, Pelé.
Ello solo nos demuestra lo frágil que puede ser nuestra vida. Hasta quienes se veían inalcanzables para nosotros también atraviesan ese camino de dejar este mundo terrenal y dejar el recuerdo en quienes los conocieron, además de un legado importante para el resto de la sociedad.
La figura del papa emérito es algo a lo que todavía no nos acostumbramos. Incluso en el Vaticano aún se evalúa cuáles serán los pasos a seguir para cuando llegue el final de Benedicto XVI. Mientras tanto, su sucesor, el papa Francisco, pidió orar por la salud de quien renunció al más alto cargo de la iglesia el 2013. Incluso lanzó una frase que resume todo al indicar que (Benedicto XVI) “está muy enfermo”.
Por el otro lado, el ámbito deportivo y la sociedad en general se vistieron de luto tras el anuncio de la muerte de Pelé. El ídolo brasilero venía de una larga lucha contra el cáncer y finalmente perdió la partida frente a la enfermedad. A su familia le queda la tranquilidad de que se pudo despedir en los últimos días de quienes formaban parte de su círculo más cercano.
De esta forma, se va cerrando el año con noticias muy tristes. Que estos hechos nos sirvan también para valorar más a nuestros seres queridos. Al igual que los arriba mencionados, ellos son importantes para nosotros y el amor no debe faltar para que, en caso suceda lo peor, podamos estar tranquilos de dar lo mejor por nuestras familias y por la sociedad en general.