Celebramos la Navidad en un contexto con algunos problemas. Aunque acabó la adrenalina de las compras, se mantiene en el aire la inseguridad ciudadana en la cual vivimos los peruanos desde hace varios meses. Y es que ni las fiestas impidieron que se presenten actos delictivos o accidentes que enlutaron a familias peruanas.
Lamentablemente no podemos hablar completamente de felices fiestas cuando por ejemplo, un sicario acabó con la vida de otro facineroso en pleno día y delante de miles de personas y niños en un centro comercial del norte del país. Incluso logró escabullirse de la Policía y generó la alarma general entre el público que solamente había acudido al lugar a pasar un momento de esparcimiento que cambió a tragedia en cuestión de segundos.
Tampoco podemos hablar de felices fiestas cuando una persona arroja una granada a un inmueble de una conocida agrupación de cumbia. Todo hace indicar que se trata de un nuevo caso de extorsión que avanza cual ola negra y putrefacta en nuestra sociedad sin que las autoridades encuentren la solución a esta problemática.
Si nos remitimos a nuestra ciudad tampoco las cosas están de lo mejor. Durante la semana que culmina ocurrieron diversos asaltos que afectaron a emprendedores y familias a vísperas de Navidad. Se presentaron iniciativas para combatir la inseguridad como la conformación del Serenazgo sin fronteras que integra a serenos de diferentes distritos quienes, junto a la Policía realizarán acciones conjuntas ante la delincuencia. Veremos si esta iniciativa tiene éxito.
Como vemos, en plenas fiestas navideñas también debemos cuidarnos. Aunque hay iniciativas que busca frenar la inseguridad, ¿podremos esperar que su objetivo se cumpla? Tener seguridad es el mejor regalo que puede tener la sociedad, que pueda desarrollar sus actividades sin temor del ataque de la criminalidad. Pese a ese problema. Feliz Navidad.