En las últimas horas hemos sido testigos de cómo la justicia sigue avanzando entre los escabrosos caminos del poder. Es así que tenemos a todos los expresidentes de los últimos 20 años involucrados de una u otra manera en actos de corrupción. Sus procesos judiciales tienen avances distintos pero, al final, la suerte parece estar echada porque aparecen más indicios que los unen con la sombra del daño a nuestro país.
Por ejemplo, tenemos al exmandatario Pedro Pablo Kuczynski (PPK), quien durante los últimos meses intenta por todas las vías que se levante el impedimento de salida del país por los próximos nueve meses. Recordemos que al expresidente se le investiga por lavado de activos vinculado a pagos realizados por la empresa Odebrecht.
Uno de sus sucesores, Pedro Castillo, tampoco la pasa tan fácil. Es investigado por delitos vinculados a la corrupción (casos Puente Tarata, ascensos irregulares en las Fuerzas Armadas, Gabinete en la sombra, entre otros), además es acusado de rebelión y conspiración al realizar el golpe de Estado en diciembre del año pasado. Cada audiencia en la que se presenta es una oportunidad para verlo declararse inocente a pesar de los indicios en su contra.
En su última aparición dijo que su investigación es impulsada desde el “Congreso donde están los ‘mochasueldo’ y desde Palacio (de Gobierno) donde están los ‘mochavidas’”. Casi nada para quien arrastra un rosario de denuncias en su contra.
Como detalle adicional tenemos la intervención de la Fiscalía en las últimas horas en la sede de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM). Se investiga una denuncia de favorecimiento que habría realizado el jefe del Gabinete Ministerial, Alberto Otárola, a sus allegados. Veremos en qué queda este proceso.
Así los ejemplos son innumerables en torno a la expresidentes investigados.
Esperemos que la justicia no pare, pues el país tampoco puede hacerlo, pero parece condenado al atraso ante tantas denuncias por corrupción en las altas esferas de Gobierno.