Vivimos momentos difíciles para la consolidación de la democracia. De acuerdo a los acontecimientos, es fácil determinar que la pugna, es el control económico del país.
Luego de 201 años de Independencia, el Perú poco ha cambiado. Por un lado, está un sector privilegiado que siempre tuvo y tiene el control de las áreas económicas del País, que, alentados por una Constitución hecha a su molde y estilo, presiona e impone el control de la Opinión Pública para evitar cualquier cambio económico y social. Con sistemas alejados de la realidad, buscan sacar ventaja de todo incluso, desconociendo al ser humano.
Basta ver algunos medios y personas, para comprobar que no dudan en insultar, calificar sin pruebas, sensacionalizar hechos, para crear un clima de desestabilización y luego exigir que la población, defienda el sistema democrático.
En el otro está, la mayoría de la población, que trabaja, se educa, que hacer esfuerzos inhumanos para vivir y alimentarse, que innova, crece, crea, es profesional, pero, que no tiene suficientes oportunidades por la presión del sistema. Todos reconocemos, la importancia del sector privado y no está en juego el capital de los empresarios para el desarrollo del Perú.
De lo que se trata, no es el gobierno del presidente Pedro Castillo ni de sus ministros; sabemos que tiene muchos errores y si existen pruebas, que enfrente la justicia. Aquí el “atrevimiento”, es la decisión que tomó la población para elegir a un campesino o un “impresentable” como presidente del Perú. Lo mismo iba a suceder, si el elegido hubiera sido otro candidato de la “izquierda” como ellos llaman.
Es necesario reconocer que no son todos, pero, es el sistema económico que vive el Perú, el que no admite cambios y no está dispuesto a revisar ni ceder nada, para atender las urgentes necesidades de la población que sigue asumiendo los gastos de la pandemia, la crisis, además de los psicosociales que crean grupos interesados para generar más caos en el país.
Lo que no toman en cuenta, es que el ser humano es el fin de toda sociedad. Son parte de nuestros derechos universales, que todos hemos nacido libres e iguales; tenemos derecho a la vida, a vivir en un mundo justo y libre con libertad; a tomar parte en el gobierno de nuestro país; a la educación; a trabajar y cobrar un sueldo; nadie tiene derecho a convertirnos en “esclavos”; somos inocentes hasta se pruebe lo contrario; tenemos derecho a una nacionalidad, pero también, debemos asumir nuestras obligaciones con responsabilidad.
Vivimos mundos diferentes. Pareciera que pocos toman en cuenta las lecciones que nos da la vida, y siguen su esquema de ganancia, acumulación, control y manipulación para que las mayorías signa a su servicio, sin equilibrio ni equidad. Es importante recordar aquel proverbio: “no les des pescado, enséñales a pescar”. La población necesita educación y libertad, puede mejorar el desarrollo del Perú.