Lo ocurrido con el naufragio de una embarcación en el río Ucayali nos muestra la precariedad de las vías de comunicación en nuestro país. En pleno siglo XXI tenemos todavía zonas donde el único medio para trasladarse sea una embarcación. Si a esto le sumamos el estado de las unidades de transporte y la negligencia de sus responsables, tendremos todos los ingredientes de una tragedia que puede repetirse.
En el caso de los muertos en Ucayali, las versiones extraoficiales apuntan a que la embarcación trasladaba cerca de cien pasajeros cuando su capacidad real era de 48. A esto sumemos que había una alta pugna de sus ocupantes por llegar a su destino. Esto debido a que no se cuentan con los suficientes medios para dirigirse de una localidad a otra en la selva de nuestro país. Han transcurrido 203 años de la independencia y pareciera que muy poco se avanzó en desarrollo en este sector.
Otras zonas del país tampoco se salvan. Lamentablemente sus vías de comunicación no se encuentran en buenas condiciones y distan mucho de conseguir el anhelado desarrollo. La indiferencia e ineficiencia del Estado no ayuda en la mejora de las condiciones de cada localidad. Insuficientes resultan las visitas de representantes del Gobierno pues tras ellas poco o nada se hace.
Las brechas en transporte solo son una muestra de las desventajas que tienen diversos sectores del país. Nuevas tragedias de este tipo pueden repetirse si es que nuestras autoridades no ponen mano firme para buscar el desarrollo a través de proyectos en las vías de comunicación. Así ayudarían a consolidar el avance del país y no terminar con los sueños de quienes mueren ante el abandono estatal.
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